L' anima sparita

L' anima sparita

martes, 11 de diciembre de 2012

Dea

Fusiones y confusiones de mi vida,
donde los sueños se hacen verso y las realidades son un cuento infinito, donde el color de tus ojos no sólo es bendito, sino fuente inagotable de suspiros.

Que no encuentro en el viento, en el espacio ni el tiempo la calma que me dan tus besos.
Que no hallo la luz, que no consigo la paz, que no hay nadie que me entienda como tú.

Versiones y conversaciones de la muerte,
donde las lágrimas se hacen mar y las tristezas son un camino infinito donde la brisa de tu risa no sólo no está, sino hacia donde mi alma va.

domingo, 7 de octubre de 2012

Favores

Teníamos un pacto.
Teníamos veinte años.
Nos conocimos cuando teníamos apenas cuatro años. Su madre y mi madre eran grandes amigas y desde el jardín de niños hasta la preparatoria estuvimos siempre juntos. Si el grupo al que pertenecía no era el mío, buscábamos la manera de hacer que nos cambiaran de salón para estar siempre juntos. Cada cual tenía hermanos; él dos, yo sólo uno: él.

Jugábamos en el patio de la escuela y, no conformes con eso, al terminar las tareas, nos reuníamos en el parque que era el punto intermedio entre su casa y la mía y platicábamos y hacíamos agujeros en la tierra o juntábamos cochinillas que tirábamos por la resbaladilla para ver cuáles tenían la capacidad de enroscarse y cuáles no. Un expermiento que, viéndolo ahora, era extremadamente cruel.

Ante los ojos del mundo, éramos amigos, entre él y yo, había una hermandad incorruptible, incontenible. Inigualable. Recuerdo cuando tuvo a su primera novia, teníamos trece años y, lo admito, me puse muy celoso de su tiempo, de su espacio, de su cariño. Sentí aún más celos cuando le dijo "te amo", no porque tuviéramos alguna relación de pareja, sino porque sólo a mí me había dicho un "te amo" en su vida. Éramos hermanos. Él me amaba. Yo lo amaba a él profundamente.

Llegamos a los quince años. Tuvo más de una novia al igual que yo. Íbamos al mismo parque, ya no a atormentar insectos, sino a tirarnos en el pasto a platicar de nuestras conquistas o de lo difícil que nos resultaban las materias. Él me ayudaba con las matemáticas, yo le ponía acentos y signos de puntuación a sus ensayos. El brabucón del salón pretendía intimidarme y él, mi hermano, me defendió. Poco después comenzó el rumor de que él y yo éramos pareja y comenzó a molestar a mi hermano. Esa vez yo lo defendí y llegamos a los golpes. Él tan Goliath y yo tan David. Tal vez no tenía un arma como la de David, pero tenía a Daniel a  mi lado. Acabamos con él y al final, sólo pudo mostrar su respeto por la sólida amistad que teníamos. Desde entonces, Jacobo, Daniel y yo nos hicimos amigos.

Recuerdo una tarde de abril en la que Daniel y yo terminamos tirados en el pasto platicando de todo y de nada, como era costumbre. Recuerdo que esa tarde, a pesar de lo bien que estaba el clima, los dos nos encontrábamos sumamente tristes. Eran los últimos días de preparatoria, nuestros caminos iban a separarse. Él iba para ingeniería; yo, para literatura.

Esa tarde hicimos un pacto, el pacto que me ha amargado la vida. Me prometió que, si mi vida no era suficientemente agradable al cumplir 20, me ayudaría a morir siempre y cuando el favor fuera recíproco.

Cumplió veinte años, su cumpleaños era dos meses, trece días después del mío. Festejamos sin ganas, bebimos a mares, vomitamos a oscuras y lloramos en silencio. Mi madre había muerto cinco meses antes, él  acababa de terminar la relación más larga e intensa que había tenido en su vida. Nos abrazamos y seguimos bebiendo y llorando hasta que bebíamos prácticamente nuestras propias lágrimas a pico de botella.

- Hoy.- Dijo seco y frío al tiempo que se apartaba de mí.

Yo no entendí nada, me quedé mirándolo fijamente mientras él se alejaba de mí para salir de la cochera y subir a su recámara.

A su regreso, me extendió un revólver calibre 38. Él tenía otro igual en la otra mano.

- ¿Qué pretendes?- Le pregunté espantado más que extrañado.
- La promesa, ¿la olvidaste?- dijo solemne.
- No. No podría olvidarla nunca, pero... ¿De verdad pretendes que sea hoy, en tu cumpleaños?
- Esperar a cumplir veinte ha sido de las torturas más largas de mi vida. Ha sido suficiente.

A pesar de mi profunda tristeza, seguía atónito. Yo no podía terminar con una vida, no habiendo perdido a mi madre hacía unos meses me iba a atrever a perder a otra persona igual o incluso más importante que ella, hasta que recapacité. Él iba a poner fin a mi vida y yo a la suya. Era simple: Un plan perfecto.

Lo abracé por minutos o por horas, no sé. Reímos un poco sabiendo que eran las últimas risas que compartiríamos y, ya entrados en la buena vibra, comenzamos a idear detalladamente lo que haríamos; terminamos bobeando y diciendo que, ya que sería la última vez que nos veríamos, debíamos jugar a los vaqueros del oeste como cuando éramos pequeños, retándonos a un duelo.

Así fue, nos pusimos de espaldas uno contra el otro, dimos tres pasos. Giramos, apuntamos y... Disparé. Se desplomó inmediatamente, me desplomé a su lado. No me disparó. No porque no tuviera tiempo, sino porque no quiso hacerlo. Lo vi en sus ojos, lo vi en su sonrisa franca antes de morir.

Y lo odié ese día y por muchos tiempo, no por no haber cumplido su promesa, sino por haberme dejado solo.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Gusto

Desconocidos que poco a poco se vuelven conocidos; conocidos que a pasos agigantados se vuelven desconocidos. No necesariamente es un asunto antropológico, sino lingüístico, estilístico, cacacterístico de la vida, de la muerte y de lo que hay en el medio.

Descubrir que la taza de té se ha enfriado y que las "rocas" en el whisky se han derretido ya. Mirar una vez y otra más para encontrar que el libro que solía fascinarnos hacía dos meses ha perdido toda su magia porque hemos encontrado uno que se acopla más a nuestra ideología del hoy, del ahora.

Reencontrarte con el oso de peluche inseparable de la infancia que hoy no parece mas que un pedazo de felpa mal cortado y polvoso; rescatar de la caja de recuerdos un vinil que ahora se ve bien en la pared, ya no se escucha bien en el toca-discos (¿para qué diablos serviría hoy tener un toca- discos?).

Lo que era, ya no es. Lo que es, nunca fue y dudamos que sea alguna vez y seguramente, no logrará ser aquello para lo que no fue ideado.

Palabras que alguna vez fueron conocidas hoy parecen un balbuceo irreconocible, incomprensible para quien las escucha. El léxico utilizado hoy no será el mismo que se use mañana. Todo es un constante cambio, aunque, curiosamente, no es el objeto o la palabra lo que cambia, sino la mentalidad de quien solía usarlo.

Donde el Frutsi congelado solía ser un manjar que hoy no puede compararse con un cabernet- sauvignon a media tarde. Los gustos cambian, los placeres también. La gente cambia... Y me pregunto qué será de mí mañana.

Apuesta

Como quien saca las fichas de un rompecabezas de mil piezas de "De Sterrennacht" de Van Gogh; esa sensación de aturdimiento y emoción que da pensar en las horas que podrías pasar acomodando piezas, buscando pequeñas coincidencias entre unas y otras para acomodarlas, de los ratos tan entretenidos, divertidos e incluso emocionantes. Como cuando logras encontrar la pieza que embona perfectamente en un grupo de algunas otras y que estuviste buscando por largo rato... Justo así es mi historia. Un rompecabezas de alguna pintura, aunque para nada célebre.

Mi vida siempre ha sido como una obra impresionista, llena de colores, de manchas inexplicables, pincelazos aquí y allá que han llenado de borrones mis recuerdos. Algunos intentan ver mi vida tan de cerca que no la entienden, hay otros que la ven de tan lejos que jamás la entenderán y estás tú, a la distancia perfecta de mis líneas, de la mezcla de mis colores, de mis borrones. Es curioso cómo es que te has vuelto tan experta en descifrar mi composición aún sin conocer nada de quien pintó este cuadro impresionista, como suelo llamarle a mi vida.

Tan incomprensibles suelen ser mis trazos que muchas veces me han creído parte de alguna corriente más vanguardista, más actual y abstracta. Quizás había sido la manera más conveniente de mostrarme al mundo y  casualmente, pareces darle razón a mi teoría: No cualquiera podría desentrañar mis cuadros, mi ser, mi vida. Quien lograra comprender la profundidad de mis sombras, la complejidad de mi composición, los trazos y puntos de fuga, seguro lograría encontrarle sentido a este intento de arte.

A decir verdad, nunca le aposté al estudio de las artes visuales, pero debo decir que he encontrado en ti las manos más tiernas, más dulces, más cuidadosas. He descubierto en tu maravilloso ser a la curadora, a la restauradora perfecta para resanar y retocar los colores que comienzan a carcomerse por la luz, por el polvo y el paso del tiempo.

A decir verdad, nunca le aposté al amor. Supongo que es reacción a mi mala suerte con las apuestas, a mis deudas de honor por periodos tan largos o tan cortos que dependían del tamaño del agujero en mi bolsillo. Las apuestas dejaron de ser para mí un juego y comenzaron a ser una deuda interminable con mis colegas, con mis consanguíneos, con mi pundonor. Hoy admito ante tus ojos vacilantes, ante tus manos prodigiosas, ante tus labios que resanan el lienzo de mi piel, que perdí la apuesta, pero gané la oportunidad de empezar una historia contigo que espero no tenga final en la galería que llamaremos hogar, en el museo que ya tengo hecho para ti en mi corazón de óleo.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Duermevela

Como cuando se está en la fase entre estar despierto o profundamente dormido,
 como cuando estás tan cerca de uno como del otro que sabes perfectamente en qué momento empieza el sueño,
donde todavía sabes diferenciar los escasos ruidos de la calle y la música en que te sumerge el subconsciente.

          Justo así estoy hoy.

 Ni luz de luna ni brillo de sol de verano en pleno invierno.
Ni REM ni pasos aletargados en el mundo que todos conocemos.
Ni profesión ni la regresión a ser una niña cubierta de flores, de algodón de azúcar, de helados voladores.
Ni la vida ni el sueño, justo el punto exactamente a la mitad donde lo hay todo y no hay nada. Donde nada es sueño y nada es realidad.

sábado, 4 de agosto de 2012

El bosque

La vida me ha llevado por caminos lúgubres, vacíos. Solitarios. La vida me ha colmado de lámparas y velas y celulares con luz; la vida me ha puesto en el camino piedrecitas, ramas y hojarazca y también me ha tocado uno que otro tropezón.

He aprendido a caer, he aprendido a llorar y he aprendido que el dolor es sólo una parte del camino. También el cansancio, la desesperanza y el olvido, así como la falta de motivación, la falta de amor y la confusión y la disyuntiva de seguir caminando o parar y querer volver o simplemente, comenzar a juntar ramas para crearse una casa, almacenar fibras para tejerse harapos y recolectar frutos y hacer pruebas entre lo que puede matarnos de lo que puede aliviarnos un dolor de estómago, una migraña o un mal de amores.

El camino cada día parece más largo, más pedregoso y enredado. A veces siento que no avanzo, otras que avanzo miles de kilómetros y las más, que camino en círculos. Se llegan épocas difíciles. Comienzo a sentir frío y, por si fuera poco, mi boca está seca, mis entrañas se comen a ellas mismas y yo no sé si robarle una hoja al roble o morder la corteza del ciprés.

Me he cansado. Ya caminé, ya troté y ya corrí, los días se hacen noches, las noches se hacen días y yo me hago vieja sin encontrar una salida. No sé si es martes o domingo, a veces el follaje de las copas tan abundantes me prohíbe ver el cielo y otras, pareciera que los árboles se cansaron de florecer. Troncos viejos, tirándose al olvido. A veces siento un rayo de sol sobre mi frente y otras más, termino bañada por la lluvia que no sé si es por un norte o por un frente frío.

No tengo equipo de supervivencia. Me mandaron a la guerra y me dejaron sin fusil. Me pusieron en el camino amarillo y me quedé sin zapatos rojos, sin león y sin hombre de hojalata. No tengo brújula ni cerillos y mi celular no tiene cámara para documentar mis andares. Si acaso tengo las luminarias que me trajo la vida y muchas ganas de salir de este bosque que pareciera no tener fin.

Es así mi vida, es así mi estancia en este mundo y, curiosamente, mi corazón vive de la misma manera: sequías, lluvias, chubascos, neblinas y brisas. Luz y obscuridad, noches de olvido y días solitarios, verde hoja, verde olivo, verde bandera. Marrón. Negro.

Mi corazón pasó por estaciones, por ventarrones, obstáculos y, si he de ser sincera, ganaría una medalla de platino si es que las hubiera, por su perseverancia, su fuerza y el amor que siempre se ha permitido regalar.

Este corazón que tanto se ha marchitado, que tantas veces se ha rendido, que tantas veces se ha inundado con lágrimas de coraje o dolor. Este cuenco de virtudes y defectos, este remanso de agua pura y de viejos recuerdos, el mismo que he decidido entregarte, es el que ha estado conmigo la vida entera y tal vez un poco más y ahora, ahora quiere compartirse contigo, quiere enredarse con tus ideas, quiere enamorarse de tu piel, de tus creencias, ilusionarse con tus sueños y compartir contigo las alegrías que te florezcan y tristezas que te inunden, quiere ser tuyo. Tuyo quiere vivir y tuyo quiere morir. Quiere completarse contigo y nunca más tener que dejarte ir. Este corazón quiere vivir sus sequías y su abundancia enteramente contigo.

Es así como mi joven y lastimado corazón me saca ventaja, mucha ventaja. Dejó de temer, dejó de querer alumbrarse el camino con cerillos o chispas de encendedor. Te encontró a ti, se acompaña de ti, te ama a ti. Se ha dado cuenta de la verdad y siempre te ha de repetir "Quiero fotos contigo, quiero recuerdos contigo. Quiero mi vida contigo", sabiéndose tuyo, sabiéndote de él... En ti.


lunes, 16 de julio de 2012

Les amantes de minuit

Su recámara se vistió de noche, las paredes se impregnaron de obscuridad y la piel de ambas, se llenó de ternura. Su piel se deslizaba bajo sus manos, sus senos se hundían entre sus labios. La expresión más nítida del amor destilaba de sus poros, la música de la pasión emanaba de sus gargantas.

Eran ellas, cómplices de un mismo ardor, de una misma pasión, de un mismo amor. Cómplices del crimen de amarse en penumbras, de amarse en intensidades desconocidas y seguramente criticadas ante los ojos de una sociedad que juzga todo aquello que le parece antinatural.

Sus ojos ardían con el fulgor que sus manos interpretaban en el dulcísimo instrumento ajeno, en el cuerpo de la otra que se contoneaba y se arqueaba con el ritmo que llevan las olas en la mar, el ritmo que llevan sus dedos sobre su piel, el ritmo que llevan los besos sobre su labio inferior, con el ritmo que marca una lengua de fuego buscando extinguirse en la boca de la otra.

Dulce tentación, dulces son sus besos y dulce también es la tortura de sentir que sus manos recorren su cuerpo de a poco, esperando el momento de acercarse a su sexo para acariciarlo tiernamente minutos después, despertando en ella un sinfín de emociones, sensaciones y deseos que parecerían impuros, pero sólo son el reflejo en piel y carne del amor más puro del deseo más sincero, de la pasión más cristalina.

Acurrucada sobre su abdomen le canta su amor, le dice sus sueños, le cuenta sus sonrisas, mientras que sus dedos dibujan patrones sobre su pecho, patrones que no tienen sentido y que lo tienen al mismo tiempo. Con sus labios sobre sus muslos comienza a copiar el dibujo de sus ojos, lo dilatado de sus pupilas, lo brillante de su mirada.

Con cautela, le besa las mejillas, con cautela, le muerde los labios, con cautela le araña los hombros y la espalda y con cautela y casi en un suspiro le dice que la ama. El susurro que pende de un hilo de voz, que se filtra entre sus labios lleva el nombre de la otra, lleva el aroma y el color de los ojos de su amante, lleva su luz, su risa, su pensar. Lleva su piel, sus ganas, su carisma y su desdén. Ese "te amo" lleva en cada una de las letras pronunciadas, mil millones de características de su amante. 

Y la lengua cual pincel escribe sobre su espalda su nombre, y las manos como tenazas arrugan las sábanas. El frío de la noche las abraza, pero es el calor de sus cuerpos que las abrasa, que las consume, que las absorbe y las abstrae del tiempo, del espacio, del color, del dolor y de sus manías. Incluso las enajena de sus cuerpos, de esas prisiones de piel y hueso que las corrompe y las enclaustra al mismo tiempo para volverse un sólo ser, un sólo amor. Un sólo amor.

Las amantes de noche despiertan de día, viven las tardes, disfrutan amaneceres, añoran los atardeceres y se prometen pizcas de amor que guardan en frascos que avientan al mar de los sueños que las dividen, con la esperanza de que algún día, los frascos crucen el mar, bañados de sal y compartan su vida desde entonces hasta el final.

miércoles, 11 de julio de 2012

Irracional

Pienso y te pienso y te vuelvo a pensar. Todos mis recuerdos tienen tu nombre, todas mis sonrisas llevan tu voz y por si fuera poco, todo lo que me sonroja lleva tu tacto, tu dulce y tierno tacto al contacto con mi piel. ¿Será que el destino se ha equivocado? Me lo pregunto a menudo al darme cuenta que estás a mi lado. Que seas tú, la creación más perfecta  en todo sentido posible, quien se encuentra conmigo, que se encuentra en mi vida, que se ha dignado a mirarme y a besarme y abrazarme como nunca nadie lo había hecho antes.

Dicen que los amores pueden ser como el oleaje del mar, violentos y destructivos o tranquilos y agradables, pero que tarde o temprano, como toda ola, así como vienen, se van. Yo prefiero pensar que el tuyo es un oleaje tranquilo, agradable, cristalino... Tan calmado que las olas que se van, son las mismas que el oleaje acerca nuevamente a la playa hasta el infinito. Quiero que tu amor sea infinito. Quiero que mi amor sea incontenible, indefinible, incansable.

Pienso y te pienso y te vuelvo a pensar. Todo mi mundo comienza y termina en ti. No es que desee exagerar, no es que sea una invención. De verdad hoy siento que te amo más, un poco más, un mucho más. ¿Quién necesita saberlo realmente? Sólo yo puedo sentirlo y sólo tú podrás presenciar mis intentos por demostrártelo. ¿Qué más da si el mundo lo entiende? ¿Qué más da si la vida se acaba? Si es a tu lado, amor, podría hacer los cinco minutos más placenteros e interminables de mi existencia.

No me basta con pensarte, quiero verte, quiero abrazarte, quiero besarte, quiero quererte, amarte y dar de mí lo mejor que tenga. No me basta con escribirte lo que pienso, lo que siento, deseo demostrártelo con cada día que pase, en cada minuto que tengamos, por todas las eternidades que vivamos juntas. Quiero ser tu amor, tu compañera, tu amiga, tu cómplice... Quiero quererte, quiero amarte, quiero tenerte en mi vida y tenerme en la tuya.

Pienso y te pienso y te vuelvo a pensar. Aún con los mares, aún con los recuerdos, aún con los abrazos no dados, te quiero, te amo, te recuerdo y todo regresa al orden que debía tener.

martes, 19 de junio de 2012

Solemne/ Resuelto




Tengo el corazón armado, no con bayonetas ni con rifles ni con piedras o palos. Tengo el corazón armado con versos, con caricias con besos y delicias, con amor. Con mucho amor. Tengo el corazón armado y tú le has dado el arsenal con el que cuenta. Tú le has dado los recursos suficientes, incluso más de los necesarios para defenderse y sin embargo, ante ti es uno más, vestido de civil, con las ropas más comunes, con las prendas más sencillas. ¿Por qué? Porque mi corazón ya no tiene miedo de amarte, porque mi corazón está dejándose libre; porque ha descubierto que contigo no necesita una armadura que le proteja, porque eres tú su más grande protectora.


Mi corazón- coraza se ha dejado de protecciones absurdas, pues ahora te tiene a ti. Es libre y te ama libremente, decididamente, intempestivamente, estúpidamente. Enteramente. Indudablemente. Te ama de todas las formas posibles y de las imposibles también, te ama con tiempo y sin relojes. Este corazón se ha encontrado a sí mismo, ya no se busca cada día frente al espejo. Ya quitó todos los anuncios de los postes y las farmacias, se ha encontrado a sí mismo al saberse al menos una sombra en tus pupilas, un vago recuerdo de tu mente, un beso fantasma en tus labios.


Este corazón está exhaltado, exhaltado y alegre. Se siente joven, se siente pleno, se siente amado. Se siente único. Se sabe entregado, enamorado y sano. Volvió a la vida, volvió a creer, vuelve a amar. Está en tus manos.  De tus manos se alimenta, en tus ojos se refleja, en tu regazo duerme, entre tus brazos es libre. Corazón silvestre que buscaba su hábitat y lo ha encontrado en tu esencia. Encontró su primavera en tu cálido aliento, su morada en tu pálida piel, se resguarda del invierno cerca de tu pecho y el otoño lo disfruta sobre tus hombros. 


Tengo un corazón resuelto. Ha resuelto amarte y venerar cada momento que tenga a tu lado, alabar cada uno de los días que pueda acompañarte, perderse en tu mirada y besarte la consciencia. Que ha resuelto trabajar por el presente  que tiene contigo hoy, a dedicar cada sonrisa a la conservación de lo más importante que ha llegado a su existencia: Tú.



martes, 12 de junio de 2012

No te vistas todavía

No te vistas todavía. Déjame contemplar tus cabellos enmarañados antes de que los cubra el rocío matinal. Afuera está haciendo frío, pero el calor de tu piel me arropa.

No te vistas todavía. Déjame mirar el castaño profundo de tus ojos antes de que los escondas detrás de tus anteojos. Afuera está el ruido, pero tu silencio me cautiva.

No te vistas todavía. Déjame perderme en tu sonrisa antes de que la máscara de la indiferencia se pose sobre ella. Afuera el mundo es implacable, pero tu cariño me da paz.

Por favor, no te vistas todavía. Déjame disfrutar tus hombros desnudos que serán cubiertos por el peso de la sensatez que uno debe simular. Afuera la gente hiere, tu calidez me sana.

Te ruego, no te vistas todavía. Déjame embelesarme con tu abdomen, con tus senos descubiertos antes de que los escondas debajo de las pesadas ropas que resguardan tu bendito cuerpo. Afuera el frío cala los huesos, pero tus besos me devuelven el calor que ansío.

Por lo que más quieras, no te vistas todavía. Déjame besar de nuevo tus piernas antes de que las cubras con el pudor de la sociedad entera. Afuera el mundo juzga, pero tus labios me consuelan.

Te lo pido, no te vistas todavía. Déjame escuchar tu hermosa voz antes de que la escondas detrás de un dejo de apatía. Afuera el mundo es sordo, tus oídos siempre atentos escuchan mis tonterías.

¿De qué forma debo pedirte que no te vistas todavía? Aún quiero besar tu aura, besar tu escencia, besar tus labios, tus manos, tu cuerpo. Déjame contemplarte desnuda de cuerpo, desnuda de alma, que afuera el mundo mata... Contigo aún me siento viva.

domingo, 27 de mayo de 2012

En cuatro tiempos

1. Efecto sorpresa.
Pasó el primer mes tan rápido que ni lo sentí. La vi por primera vez, besé sus labios en la estación de autobuses y me fascinó su manera de mirar. Sus ojos estaban en los míos, leía cada palabra que quería decirle incluso antes de que saliera de mis labios. Desperté a su lado, con risas y a mitad de la noche. Sus ideas y mi loca cabeza hacían la mancuerna perfecta para no querer dormir. De historias, recuerdos y caricias se llenaron nuestras noches y las tardes nos recordaban que debíamos dormir de vez en vez. Sus padres conocieron a los míos y los míos se familiarizaron mucho con los suyos. Un mes lleno de alegrías y muchas sorpresas. Adopté a un hijo suyo, adoptó a una hija mía. Comenzamos una familia llena de cursilerías y ocurrencias. Amor empezaba a llamarse el juego que dos desconocidas comenzaban a jugar...

2. Viajes
El segundo mes comenzó igual de increíble y empalagoso que el primero. Un viaje juntas estaba planeado y al final  no se pudo, pero eso no mermó ni medianamente el cariño que por ella sentía (y siento). Me hizo valorar más el tiempo que se conectaba, el tiempo que estaba ahí, presente aunque no conversáramos. Supongo que por eso, a su regreso y con mil cosas por hacer, me sentí un poco rara al no estar en contacto con ella como antes. Había olvidado que para cuando nos hicimos novias, ella aún estaba de vacaciones, había olvidado que tenía (y tiene) una vida desde mucho antes de que yo apareciera en ella. Sin querer, hice demasiada presión y demasiado drama. No debí, lo sé. De hecho aún me acuerdo y aún me enojo conmigo por andar haciendo tanta tormenta dentro de un vaso de agua. Supongo que siempre he sido así, pero una cosa es dejarse fluir y otra muy diferente es dejarse llevar por la enferma necesidad de hacer drama de lo bueno y malo que sucede. Aún después de los baches, logramos pasar el segundo nivel. Como si se tratara de un juego de video, el asunto se pone cada vez más interesante y difícil. No, no es drama, pero tomando en cuenta el asunto fisiológico y los ciclos comunes de los seres vivos pues, nunca hay que dar todo por sentado.

3. Turbulencia
Creí que claudicaría, creí que se alejaría después de haber demostrado mi enferma necesidad de apapacho constante. No se fue. Y el mundo no tiene ni la más remota idea de cuánto me alegra que aún esté en mi vida. Ha sido un mes pesado porque no la he visto con la frecuencia que sería maravillosa y porque cada cuál tiene problemas de los que la otra no estaba del todo consciente. No, no es malo, es un proceso de adaptación. Aún así, es bonito ver cómo sientes que creces con esa persona. No puedo decir que soy una persona estable ni normal; sin embargo, gracias a ella he aprendido a ser un poco (tal vez muy poco) berrinchuda y dejar de lado la dependencia que, alguna vez, me hizo creer que esa era la base de una vida en pareja feliz. ¡Grave error! He aprendido tantas cosas a su lado y no he encontrado la forma de agradecerle tanto. Si bien creo encontrarla, siempre termina haciendo algo majestuoso y nuevamente me siento en deuda con ella. La amo a cada instante, la recuerdo siempre y la bendigo a cada segundo. Es tan perfecta aún con sus imperfecciones. No, no la pongo en un altar, le pondré uno algún día, quizás. Pero por el momento, sé que ha valido la pena estar con ella en nuestro aquí, nuestro ahora. Empezando un "para siempre" que podría durarnos tres días más o una eternidad. No quiero pensar mucho en eso ahora, porque sería predisponerme a lo que no conozco: El futuro. Sin embargo, admito que ese futuro del que hablo, me encantaría pasarlo con ella, el futuro a corto, mediano y largo plazo. La quiero en mi vida, la amo en mi vida.

4. Indefinido.
Hoy que empieza a correr el cuarto mes más feliz de mi vida, sólo puedo agradecerle a esa hermosa mujer que hace 4 meses me dijo que sí quería construir conmigo un "nosotras" todo lo que hace. Toda la magia que ha traído a mi vida (y no sólo hablo de Harry Potter), de las cosas que me ha enseñado, de las cosas que hemos vivido. Hoy sólo puedo ofrecer mi vida y todo lo que tengo en posesiones para ella, desde mis tres pesos hasta mis sueños que están firmados con su nombre y el mío. Hoy le ofrezco mi existencia, mi voz, mi risa. Le ofrezco incluso mis tonterías para antes de dormir y mis cuentos más extraños que tengo guardados sólo para ella. Hoy estoy casi segura que lo nuestro ha sido una muy grata coincidencia, pues a pesar de la falta de personas en común o de vivir en universos tan distintos, logramos que el suyo y el mío se juntaran como un diagrama de Venn... Ñoñamente platicamos por horas sobre palabras u ocurrencias frikis que sólo ella o yo podríamos tener, pero justo por eso la amo, porque entiende perfectamente lo que soy y cómo soy... La amo porque aún con eso, me ama de vuelta.

Te amo, mi vida. Gracias por darme la oportunidad de construir contigo un presente que nos podría llevar a un muy bello futuro. Te amo, hermosa, por ser quien eres, justo como eres te amo. Jamás me cansaré de decirte lo mucho que me encantas, lo mucho que te admiro y lo mucho, muchísimo que te amo... Desde siempre y para siempre...

miércoles, 16 de mayo de 2012

Quién fuera...

No, no me refiero a la canción de Silvio Rodríguez, aunque admito que él tiene mucho crédito de esta nota, aunque seguramente, terminará no teniendo la calidad que se merece un trovador de tan buena inventiva o de la hermosa mujer que se lleva lo que resta del crédito de este escrito que comienzo y termino hoy mismo...

Alguna vez esa mujer me dijo, indirectamente, que no debía hacerla mi mundo, que no debía tenerla como el centro de mi Universo ni la razón principal por la cual vivo mi vida. Pero es difícil hacerle caso a esa sentencia cuando la persona que me da fuerzas, me anima, me alegra, me regaña y me aconseja es ella. Difícil es no darle el crédito que se merece tan hermosa mujer. Y digo hermosa porque decir que es perfecta me hará ganarme un par de golpes de parte de algunos incrédulos o de algunos fanáticos que argumentan que lo único perfecto en este mundo y en los venideros, es Dios. Pa' pronto, si quiero decir que ella, la mujer de quien les hablo es perfecta y aún así me he de ganar los golpes que pretendan propinarme los fascistas, que lo hagan, que podría cansarme de autocensurarme, pero jamás me cansaré de decir o pensar que esa mujer, a la que debo mis sonrisas y mis sueños, es PERFECTA.

Sí, aunque el mundo me lo niegue y aunque el mismo mundo reniegue, es perfecta. Sus ojos son tan perfectos, sus manos son perfectas, su cabello, su sonrisa, sus brazos, sus pies, su abdomen, sus piernas, su risa, su voz, su aura, su esencia... Es perfecta.

Al menos, es perfecta para mí...

Y admito que muchas veces maldigo mi calidad de ser humano y mi incapacidad para desprender mi alma del cuerpo y viajar hasta ella y ser como el aire que roza su piel en las noches y besa sus labios a media tarde. Quién fuera viento que acaricia su cara y despeina sus cabellos.

A veces quisiera tener la capacidad de separar mi 55 a 78% de agua del resto de mi cuerpo y así, como lluvia, como parte de su baño o como rocío matinal, tocar su piel, sentir sus manos, que me beba entera en una taza de té o en un café de Uruapan. Quién fuera el agua que alimenta tu cuerpo, la gota tibia de la regadera que resbala por tu espalda o el vaho que empaña tu ventana.

Comúnmente recuerdo que polvo soy y en polvo me convertiré según las creencias religiosas que se profesan en mi casa, pero ¿por qué no puedo ser polvo en este instante? Sería el polvo que se deposite en sus manos y que desee quitar lo antes posible, sería a quien barra del suelo de su recámara o el que la haga estornudar. Quién fuera el polvo que habita en cada rincón de este mundo, al que pisa cuando camina por la calle, quién fuera tan presente, aunque molesto, como lo es el polvo...

Quién fuera el rayo de sol que te ilumine o te encandile, quién fuera la almohada que te aconseja o te abraza, quién fuera la nube que nubla un sol que quema o el pasto verde que te recuerde lo bello que es la vida. Quién fuera todo lo que ves, lo que imaginas, lo que sueñas, quién fuera capaz de hacerte sonreír y vivir contigo. Quién fuera capaz de hacerte feliz toda la vida. Esa, esa misma, deseo ser yo.

martes, 8 de mayo de 2012

Se ha perdido mi alma

Se ha perdido un alma. A la mitad del recuerdo, en el cruce del olvido.
Se ha perdido un alma, mi alma... ¡Ay, Dios mío!
Quien dé con ella, que la regrese conmigo,
que no es nada de mí sin ella, que no es nada sin mí, les digo.

Pregono de día y de noche para encontrar mi alma,
¿Se la habrá llevado el viento? ¿Se la habrá llevado el mar?
No sólo se han robado mi alma, sino mi alegría y mi calma,
sin ella en mi vida, sin su luz en mi camino, ya no sé pa' dónde andar.

Se ha perdido mi alma. A la mitad del recuerdo, en el cruce del olvido.
También se ha extraviado mi risa, se la ha llevado consigo.
Quien la encuentre, le ruego la regrese a mi lado,
mi corazón, junto con mi cuerpo, se han ido secando.

Le pregunto a los transeúntes, a los árboles, a las jardineras
si acaso han visto a un alma solitaria o en pena,
le he preguntado a los santos y a las vírgenes de las iglesias
si mi alma no está escondida entre los lirios o las gardenias.

Se ha perdido un alma. A la mitad del recuerdo, en el cruce del olvido.
Se ha perdido mi flor de azar, mi flor de lis, mi sombrilla, mi copa de vino.
Quien encuentre todo lo que he perdido se ganará para siempre mi cariño,
pues habrá encontrado lo que con el tiempo se me ha perdido.

¿Qué acaso mi alma nunca existió o me la niegan todos?
Porque nadie sabe su paradero, porque todos se hacen de oídos sordos.
Me he quedado desprotegida, no tengo ni alma, ni sueños, ni risas traviesas,
hoy sólo me queda bañarme en lágrimas y contar mis tristezas.

Se ha perdido mi alma. A la mitad del recuerdo, en el cruce del olvido.

domingo, 6 de mayo de 2012

Puente del silencio

Silencio. ¿Quién dijo que el silencio no habla y que no comunica ni emociona? Quien lo haya pensado siquiera, merece una vida de ruidos infernales, como aquél que hacen las uñas sobre un pizarrón verde o como el sonido de los cubiertos sobre la porcelana de los platos.

El silencio me brinda posibilidades que un instante con el delicado batir de las alas de una mosca de la fruta, no me permitiría. El silencio me aconseja, me besa, me persigue y hasta me regaña; también, de vez en vez, me lleva a ponerme mi traje de arquitecto y trazar planos y castillos en el aire y es ahí cuando se me ocurre hacer puentes y caminos, caminos y puentes que me lleven hasta ti con el mismo silencio que me transporto a otros mundos: las palabras. Pero no palabras habladas, ni palabras escuchadas, son palabras escritas que definen lo que siento, que describen lo que quiero, lo que sueño, lo que imagino y lo mucho que te amo y lo extraña que me siento cuando no estoy contigo, cuando no estás conmigo y cuando no tenemos ni un puente de concreto, ni uno de naipes ni uno de ideología compartida o de palabras conocidas por ambas que, a veces sanan, a veces hieren, a veces matan, a veces mueren. A veces, vibran, a veces se quedan impávidas y suspendidas en el aire, a veces traicionan y a veces perdonan. Palabras y más palabras que me vacían y me llenan el alma y el cuerpo con ojos, con labios, con dientes, con cabellos, con lunares, con piel y huesos. Con músculos. Esas palabras que convergen en el todo o en la nada y que nombran incluso a lo que no se ve, a lo que no se toca, a lo que a veces, parece no existir o que adjetivan lo inadjetivable, lo irreconocible, lo increíble, lo fantástico, lo irreal, lo desconocido, lo infame... Lo ilusorio.

 Dios es bueno.


Y como todo tiene sentido en mi puente y al mismo tiempo todo se vuelve absurdo, te mostraré los materiales de los que mi puente se compone:

Zinc, zapatos, zarzamoras, zumbidos, ZEN, yeso, yoyos, YO, yerbas, yute, xilófonos, xoconostles, varillas, vasijas, VOLUNTAD, vidrio, VALOR, velos, VERDAD, viento, velas, wadíes,  UVAS, ungüentos, TÚ, tulipanes,  tepache, TONTERÍAS, tamales, terracota, TERNURA, tubos, tinas,UNIÓN, uniformes, sal, SOLIDARIDAD, sonidos, silencios, sobres, SATISFACCIÓN, roca, robles, ropas, ROMANTICISMO, rímel, RECONOCIMIENTO, roperos, ríos, RESPONSABILIDAD,  razones, rosas, RISAS, quicios, QUERER, queso, quienes, plomo, poliuretano, PENSAMIENTOS, piedras, PRESENTES, perros, PACIENCIA, paraguas, piezas, plumas, orquídeas, ocote, ORIGINALIDAD, nubes, naranjas, NATURALIDAD, noches, néctares,   mosaico, MANOS, manzanas, MÚSICA, macarrón, monedas, mugre, malteadas, MUNDOS, marionetas, MARAVILLAS, linóleo, lija, LEALTAD, limones, limas, lentejas, LABIOS, kimonos, kilogramos, kioskos,  jícamas, joyas, JUSTICIA, jazmines, juegos, jabones, JOLGORIOS,  iridiscencias, IGUALDAD, imanes, INSOMNIOS, IMAGINACIÓN, íbices, ILUSIONES, hormigón,  humo, HUMILDAD, heno, HONOR, helado, HISTORIAS, hilos, HUMOR,granito, grava gres, gelatina, GUSTO, goma, galletas, GRATITUD, gerberas, galletas, gemas, gaitas, fibra de vidrio, filamentos, flautas, faunas, floras, frío, falta, frutos, FIDELIDAD, fango, FORTALEZA, facas, fugas, FELICIDAD, estuco, encaje, ÉXITOS, elotes, ERRORES, encíclicas, ESPONTANEIDAD, estornudos, ENAMORAMIENTOS, dinteles, dólmenes, dragones, dulces, dientes, demencia, dramaturgia, dedales, duendes, demonios, días, domingos, DESEO, cemento, cob, cal, cartón, cacahuates, crutones, calcomanías, CANCIONES, crayolas de mil COLORES, CAFÉ, corbatas, CARICIAS, calor, cisnes, CERTEZA, cerezas, COMPLICIDAD cristales, COMPROMISO,  CONFIANZA, baleros, BENDICIONES, brocas, buñuelos, BELLEZA bandidos, brócoli, BESOSbolillos, benzina, bombones, asfalto, acero, alambre, aserrín, arena, arcilla, agua, arroz, almidón, azúcar, aguacates, ALMAS, ajos, azucenas,  AMOR.

lunes, 30 de abril de 2012

El trato

Soliloquio nocturno, taciturna yo. Hecha un ovillo en mi cama, con la sábana rozando mi fría piel. Entro en  trance mientras repito tu nombre una y otra vez como un mantra, esperando que, de no hacerte aparecer mientras esté en vela, al menos sí te haga aparecer en mis sueños.

¿Qué me has dado? Es imposible no pensar en ti. Te has vuelto lo primero en lo que pienso al despertar, lo último que pienso al dormir y lo único que quiero soñar. Tu nombre me envuelve, tu esencia me arrastra, tu recuerdo impregna mi mente y mis manos, mi pálida piel... Sonrío complacida, como si estuvieras aquí besando cada lunar que dibuja, junto con otros, un patrón que sólo tú conoces. Mi sonrisa ya es indeleble en mis labios, estos labios que susurran tu nombre, que besan tu boca en pensamientos, en sueños, en ilusiones... que besan tu boca cuando estás cerca y cada instante que pueden...

Te pienso y todo tiene sentido, te recuerdo y el caos regresa al orden natural, te deseo y mi mundo termina de cabeza nuevamente... La espera a veces me clava pequeñas agujas, agujas de un reloj que pareciera haberse detenido para no permitirme verte pronto...

¿Qué me has dado? No hablo de otra cosa que no sean tus gestos al hablar o tus comentarios en una conversación o de tu piel, de tus manos, de tu cuello, de tus brazos, de tu vientre. Eres mi tema favorito y pareciera que todo el mundo está interesado en la forma en como me tienes embelesada.

Nadie entendería ni en mi propia piel, lo que siento por ti  y no espero que alguien logre descifrar la profundidad del amor que te profeso, no pretendo que alguien comprenda la gratitud que te tengo o la fidelidad que mi alma y mi cuerpo están dispuestos a entregarte. No espero que nadie entienda nada, porque no es necesario, porque no les incumbe. El trato es contigo y sólo contigo, el trato que tengo es un compromiso contigo en el presente y con nosotras en el futuro. Si el mundo no comprende, para mí, mejor. No necesito de un montón de personas entrometidas que sólo podrían juzgar y lastimar o fracturar. No necesito que nadie más esté enterado de lo mucho que te amo... Sólo tú.

martes, 17 de abril de 2012

Reflexión 1

El viento me susurra tu nombre, me acerca el perfume de tu piel ¿o será el recuerdo y el deseo de tenerte cerca? Me siento en mi mecedora como lo hacía cuando era una niña. Me siento a pensarte, a besarte en recuerdos, a sonreír como idiota, a soñar despierta. Regreso a mi habitación sola, obscura y desordenada. Una calma sepulcral la habita. No estás. No está tu risa, no está tu voz, no están tus caricias rompiendo el silencio con mi respiración agitada. No estás.

Prefiero volver al ensueño, prefiero volver a esa realidad que se crea mi mente, a esa realidad que me conviene, a esa realidad que sólo es posible en fantasías, en recuerdos, en deseos tan vívidos, tan llenos de amor, tan llenos de caricias y secretos, de miradas furtivas y abrazos fantasma. Prefiero enredarme en tus brazos, ensortijar tu cabello y besarte en mi imaginación, porque si dejo que la lúgubre apariencia de mi recámara me atrape, no habrá poder humano que me vuelva a la vida.

Te susurro un "te amo" deseando que el viento haga lo propio y lo lleve hasta ti. Te doy un beso que, si el viento sopla a mi favor, llegará a ti minutos antes del alba. Si es benevolente, te despertará y te dará los buenos días por mí, pero sabrá guardar las distancias necesarias sabiendo que sólo es el mensajero, el portador. Mis brazos rodean la nada, imaginando que es tu cuerpo el que se encuentra entre ellos. Por primera vez en mucho tiempo no tengo frío...

Y cuento las horas y cuento los pasos y las estrellas de la sopa. Y cuento las nubes y los autos rojos y los minutos que faltan para poder verte de nuevo. Y cuento mis cabellos y cuento mis pestañas y cuento tus sonrisas en mi memoria y cuento los besos que no te he dado. Cuento una y otra vez las mañanas que no he estado a tu lado hablando de los recuerdos que sólo tengo como reflejo de los de mi madre. Y cuento las noches que no he podido abrazarte y escucharte decir que me amas...

Y cuento los "te amo" que me he callado, los que te he guardado, los que jamás diré. Si lo cuento todo es porque te amo y porque con esas cuentas, realmente sé que te amo con todo mi ser. Sé que te amo con mi única neurona, sé que te amo con mi único páncreas, con mis dos pulmones, con mis dos orejas, con mis dos piernas. Sé que te amo con mis cuatro ojos (mi armazón también te ama), con mis veinte dedos, con mis ciento treinta y tres lunares, con mis cincuenta mil doscientos cuarenta y siete cabellos, con mis millones de defectos...

Te amo desde siempre y para siempre, te amo porque sé que amarte es lo mejor que podría hacer en mi vida. Te amo porque es la mejor idea que haya tenido en mucho tiempo, te amo porque eres la mejor idea que se le pudo ocurrir al Universo.

viernes, 13 de abril de 2012

La flor

El viento sopla...
La vela se apaga.
El frío acecha.

La madrugada sola...
El vacío inquieto.
La soledad que grita.

El curso del tiempo...
La sonrisa fingida.
El corazón que muere.

La flor marchita...
El cielo que llora.
La duda en el aire... la duda en el alma.

jueves, 5 de abril de 2012

Agua


Recuerdo la única vez que decidimos bañar a Hobbs en el jardín. Hacía mucho calor, era un día de mayo en los que el cielo está despejado y las nubes son como el algodón deshecho, apenas unas pequeñas fibras que matizaban el profundo azul del cielo. Renata estaba regando el pasto mientras que yo acomodaba dentro del refrigerador las cosas que acabábamos de comprar en el supermercado.

Salió Hobbs al jardín a hacerle compañía y también, para beberse el agua que emanaba de la manguera. Sin embargo, y por cuestiones que nunca entenderé (pero siempre agradeceré), Hobbs comenzó a rascar la tierra, a levantar el pasto y a enlodarse de patas a cabeza. Se revolcaba en el lodo a pesar de las llamadas de atención de su parte y, al escucharla vociferar, salí a ver qué sucedía.

-Ese Hobbs que se puso a rascar la tierra y ahora está todo enlodado.
- ¿Y si lo bañamos?- le dije- El día está muy bonito, el aire está tibio y se secaría con el sol.

A ella le pareció buena idea, pues tampoco queríamos que la casa se llenara de lodo por culpa de Hobbs y tener que limpiarlo todo de nuevo sería un fastidio. Entré a la casa y subí por todo lo necesario para bañar al gran danés gris que teníamos por hijo. Bajé con toalla, shampoo, cepillo y pelota para entretenerlo, aunque en realidad, no era del todo necesario, pues siempre dijimos que, de no ser perro, debía ser un sirenito o un pez globo, pues era amante nato del agua.

Hobbs comprendió de qué se trataba el asunto cuando me vio salir con su toalla y el shampoo y se echó a correr. Acerqué una cubeta a la manguera para llenarla y hacer la labor más fácil a la hora de enjuagarlo.

Me acerqué a Renata, su pálida y hermosa piel comenzaba a enrojecerse por el sol. Sus mejillas sonrosadas invitaban a besarlas sin parar y sus hombros atraían hacia ellos otros tantos besos para calmar el fuego que los enrojecía. No pude evitar besarla. Su boca siempre me ha parecido una enorme tentación. Esos labios suyos tan carnosos, tan suaves invitaban a probarlos y yo teniendo la fuerza de voluntad tan débil, no podía negarme.

Poco después, el agua comenzó a brotar a borbotones de la cubeta y terminé con los pies empapados. Creí que era una señal, así que solté a mi novia de entre mis brazos y busqué a Hobbs. El muchachito se había quedado pecho tierra, escondiéndose tras unos alcatraces que crecían del otro lado del jardín. A regañadientes, me siguió y llegamos al lugar donde pretendíamos bañarlo. Renata humedeció el gris pelaje de Hobbs con la manguera mientras yo lo detenía. Los daños colaterales eran de esperarse: terminé casi tan mojada como el perro. A Renata parecía haberle hecho mucha gracia que yo estuviera empapada así que corrí a sus brazos y la estrujé contra mi pecho. Era un empate.

Parecíamos dos niñas a la mitad del jardín, comenzamos a echarnos agua, aunque yo tenía las de perder, pues sólo contaba con mi cubeta de agua mientras que ella me mojaba a chorro limpio con la manguera. Sin más, hice mi ataque al estilo Hiroshima. Levanté la cubeta y la bañé de pies a cabeza.

Su blanca playera dejaba poco a la imaginación. Sus shorts se habían ceñido a su piel y hubo un momento en el que no supe si era el calor del día o si era mi cuerpo el que comenzaba a hervir. Para bajarme los calores, o al menos para intentarlo, ella se vengó rociándome para que de mis brazos y mis piernas escurrieran pequeñísimos ríos de agua.

Mi mente borró la razón por la que habíamos terminado como un par de chiquillas jugando a las "guerritas de agua", Hobbs había desaparecido por segunda vez pero para su buena suerte, yo ya no pretendía buscarlo. Me acerqué a Renata y su mirada tímida y lasciva a la vez, me invitaba a perderme en ella y así lo hice.

Comencé a besarla y mis manos recorrieron su espalda. Tal vez la contagié, pues sus manos comenzaron a acariciar mis brazos y a subir por mi espalda. Besé su cuello lentamente y sentí cómo se estremecía de placer. Besé su mentón y su oreja y ya no pude parar. Besé sus hombros y mis manos recorrieron su abdomen.

Comencé a bajar por su pecho besando cada milímetro de piel, acariciando cada centímetro de su ser. La pared fue amiga y confidente de esa tarde y también, por qué no decirlo, el apoyo para que ninguna de las dos fracasara en el intento de amarnos en el jardín de la casa...

Recuerdo esa vez que intentamos bañar a Hobbs en el jardín de la casa... y lo recuerdo porque nunca más lo volvimos a intentar... Al menos, no bañar al perro.


miércoles, 4 de abril de 2012

Estaciones

Llovía. En mi alma llovía y mis ojos se empañaban de lluvia del alma. El verano había llegado a mi alma. Todos los días, lluvias torrenciales emanaban de mis ojos, inundación de pañuelos, cubetas llenas de tristezas, de llantos vertidos en recuerdos, en amargas memorias, en dolorosas emociones. El verano estaba en mi faz. Mis labios eran las nubes que no permitían que mi sonrisa solar regalara su calor y su luz al mundo de gente que conocía o pudiera conocer. El verano en mi alma apenas era el comienzo de una larga agonía con destino a la verdad.

Otoño llegó y se apoderó de mi corazón. Cada día, una hoja menos del calor y color que en él había. Se marchitaba, perdía su frondosidad. Los fuertes vientos del desasosiego se llevaban uno por uno los pequeños retoños de mi casi estéril corazón. La savia de mi sangre ya no era suficientemente nutritiva para mantener a este degradado corazón en pie de lucha. Los fuertes vientos del otoño cardíaco me robaban a cada instante, un poquito de vida, me regalaban un poco de fría soledad, de helada muerte anunciada.

El invierno implacable llegó y me sumergió de pies a cabeza en frías aguas que en poco tiempo, se volvieron témpanos de hielo que se solidificaban un poco más a cada momento. Mis manos, mis brazos, mi pecho, mis labios, mis pies y mis piernas estaban en el grado de congelación suficiente para no volver a sentir, para no volver a abrazar, para no correr tras los pasos de nadie, para no volver a besar o pronunciar ningún nombre que me helara la sangre y congelara en mis mejillas lágrimas agridulces de bellos recuerdos que sólo podían ser recuerdos.

Y llegaste tú, mi primavera. Mi primavera vestida en mil colores, llena de vida. Iluminaste con tu luz mi camino, irradiaste paz en mi vida y le brindaste a mi existencia el rocío de la vida que me ha vuelto a la vida. Mi corazón-árbol retoña, mis brazos, mis piernas, mis manos, mis labios se descongelan de a poco y con ello, un manantial de emociones surge de mí. Las lágrimas lluviosas de verano se han ido, pero en su lugar, han quedado algunas lloviznas de felicidad cuando siento la brisa de un "te amo" sobre mis labios y un beso de luz que toca mi alma.

Vuelve a la vida mi vida; vuelve a la luz mi alma, mi fe, mi cariño. Mi corazón comienza una bella y fructífera vida, donde cada día, cada año, renovará sus hojas, renovará sus sueños, renovará mi alma, mis días, mi amor por ti.

lunes, 2 de abril de 2012

Amor en tecnicolor

Despertar. Gris mi almohada, grises mis sábanas, grises las cortinas, gris la alfombra, gris el techo. Gris el baño, gris la ropa, el piso. Grises mis perros, grises las vidas, las almas, los vientos. Cada tonalidad, cada matiz del gris pasaba frente a mis ojos, la escala de grises era mi vida, mi vida era una escala de grises.

La mirada, la vida, los pensamientos, el sueño, el hambre, el enojo tan grises como mi cielo. Mis ojos, mis labios, mis piernas, mis brazos, mi abdomen, mi cuello, mi sexo, mis párpados tan grises como el sol.

Mi familia gris, el árbol fuera de la casa, el patio enmudecido y gris, tan gris como las golondrinas del verano o los nidos vacíos del invierno. Tan grises mis pasos, tan grises mis venas, tan grises los semáforos, los paraguas y los aguaceros. Tan gris el cemento, tan grises las ratas, tan grises las tuberías, tan grises como un schnauzer sal y pimienta...

Todo era gris hasta que apareciste con tu pincel y tu paleta de mil colores que llenaron mi vida de amor y luz;
de luz y felicidad;
de felicidad y paz;
de paz y deseo;
de deseo y sonrisas;
de sonrisas y besos;
de besos y caricias;
de caricias y labios;
de labios y manos;
de manos y miradas;
de miradas y colores...

Colores como los que nunca había visto. Colores tan vivos, tan llenos de magia, tan llenos de ti.
Colores que alimentaron mis ojos, alimentaron mis manos, alimentaron mi cuerpo y, por si fuera poco, alimentaron mi alma. Colores, colores y más colores, tantos que creaban muchos más al plasmarse en las paredes, en las colchas, en los lunares, en las plazas, en los cielos, en tu boca, en mi lengua, en tus mejillas, en mis pies, en tu casa, en mi piel, en tu abdomen.

Rojo carmín, verde limón, azul turquesa, amarillo canario, lavanda, durazno, salmón, anaranjado, púrpura, marrón... Colores alegría, colores belleza, colores amor, colores primavera, colores de prisa, colores a tientas, colores en sueños, colores en pasos, en días, colores en frutos, en rosas, en vida... Colores que vibran.

Porque desde que estás en mi vida, no necesito más que poder tener la oportunidad de seguir pintando contigo el mundo, coloreando el mundo, disfrutando el mundo. Viviendo el mundo. Pintándolo en tecnicolor.

Porque después de un tiempo, perdí el miedo a amar y comencé a vivir. Porque desde el momento en que te conocí, supe que serías en mi vida la mejor persona que pudiera conocer. Porque gracias a ti, amor, sé el verdadero sentimiento, el verdadero significado del amor. ¡Te amo, hermosa!

domingo, 1 de abril de 2012

Hasta que el tiempo deje de ser tiempo

Podría pensarse que lo mío es exageración, podría el mundo creer que es una mentira y podría incluso interpretarse como una locura, pero si he de ser sincera, nunca he estado del todo cuerda y dudo estarlo alguna vez, y más si partimos de la idea de que el enamoramiento es una especie de locura, una exaltación del estado normal del ser, pues estoy enamorada y, sinceramente, no deseo dejar de estarlo.

Es tan bonito ver todo con una percepción diferente, como si todo tuviera razón de estar, de ser, de existir. Es como si todo tuviera sentido de pronto, como si la escala de grises en la que vivías, se coloreara de pronto, todo parece tan vivo, tan lindo, tan nuevo a pesar de ser lo mismo que acostumbrabas ver en tu camino diario.

Tal vez el mundo crea que es demasiado pronto para sentir lo que por ella siento, pero si en el amor no hay edades y la edad es una forma de medir el tiempo, me hace suponer que el tiempo en el amor o para el amor es tan exacto que sólo él se entiende y sólo él sabe en qué momento llegar y en qué momento escapársele a uno de la boca atemorizando o enamorando más a la persona en cuestión.

Es hermoso saberse capaz de sentir y, más aún, capaz de elegir de entre lo bueno, lo mejor y con esto quiero decir, elegir a la persona que realmente complementa tu vida; que acepta tu locura, que te abraza en la madrugada para dormir, que te besa al despertar, que puede reír contigo o sentir tristeza y ser tu apoyo cuando no ha sido el mejor día de tu vida. Es hermoso saber que está contigo, que estás con ella, que están... Que están.

Es probable que el mundo no entienda cómo me siento después de tres meses de conocerla y dos de que sea mi luz, mi cómplice, mi alegría, mi fuerza, mi paz. Es probable que nadie sepa a lo que me refiero y sinceramente, la única persona que me importa que sepa cómo me siento, lo sabe ya o al menos, tiene una idea. Si el mundo entero pretende juzgar mi amor, mi sentir y mi posible actitud precoz, por mí que lo hagan, porque si de algo estoy segura es de lo que siento por ella, de las ganas que tengo de tenerla en mi existencia hasta que no quede ninguna margarita en el mundo, hasta que no haya más luz de Sol, hasta que nuestra galaxia sea tragada por un hoyo negro o hasta que el tiempo deje de ser tiempo.

Y sin otra cosa por el momento, sólo diré que te amo con todo mi ser.

El circo de la vida

Un día de estos en los que las calles no están concurridas, en las que los parques están llenos de vacío y los restaurantes están a reventar de sillas sin ocupar y mesas sin gente, con meseros ociosos sentados mirándose las uñas, recogiendo grano a grano los granos de sal que ellos mismos esparcieron sobre la barra que conecta a la cocina, un día de estos en los que el alma está vacía y lo único que queda es sonreír falsamente a quienes no notan, o no les importa, que la sonrisa no es otra cosa que una máscara más, sentí muchas ganas de pasearme por el centro de esta gran ciudad y así lo hice.

Admito que entré y salí de un par de museos y de otro par de galerías. Compré un helado y mientras caminaba, seducía con mi torpe toque sobre la crema congelada con sabor a vainilla y tal vez, a uno que otro despistado y tal vez, a uno que otro urgido. Me acerqué a la sombra de un aligustre con forma de campana independentista y me senté bajo sus ramas, sobre la jardinera que lo rodeaba para acabar con mi lujurioso helado que había causado revuelo en los peatones, turistas o endémicos de la región.

Poco tiempo después, reanudé mi andar por las calles de mi pútrida ciudad, entre mis compatriotas cegados por el calor y cegados, también por un mal gobierno y por las excusas que todos nos creamos de vez en vez para sentirnos menos culpables. Caminé, no sé si veinte minutos, una hora o diez, el punto es que llegué a un callejoncito que a la entrada tenía un anuncio de esos que abren en "A" que decía:

ÚLTIMA TEMPORADA DEL CIRCO DE LA VIDA

Tenía tantos años de no entrar a un circo que, por mera curiosidad, y también por extremo ocio, me dirigí al fondo del callejón donde decía estar el circo. Llegué a un edificio con un portón viejo de madera. Estaba cerrado y pensé que tal vez el destino no tenía preparado para mí estar en un circo de nueva cuenta. Justo cuando iba a marcharme, la puerta se abrió y tras ella, se asomó un hombre con mirar sombrío, voz grave y enjutas pieles. Me invitó a pasar con un ademán. Admito que sentí terror al verlo a él y notar que el edificio a donde acababa de entrar, era uno muy lúgubre, frío y con un aroma que mezclaba el olor a libros viejos, a hospital y a putrefacción animal.

El hombre se colocó detrás de un escritorio alto que apenas si me permitía ver su calva cabeza agachada. Saqué mi cartera para buscar dinero para pagar el boleto, pues a pesar de que no me sentía cómoda en ese sitio, él ya se había tomado la molestia de abrir la puerta y atenderme. No pasó ni un minuto cuando me entregó un boleto amarillento. Yo extendí sobre el escritorio un billete de tres dígitos pero él no lo aceptó señalando la parte baja del boleto donde decía "entrada gratuita". De nueva cuenta, hizo un ademán que me mostró las escaleras. Le agradecí y comencé a subir los escalones en aquél edificio tan mal iluminado.

Llegué al primer piso y los vidrios de las ventanas hacían que el cuarto tuviera una tonalidad verdosa. Mi nariz ya no respingaba por el cocktail aromático que podía percibir. La habitación era enorme y con cada paso, se generaba una nota diferente en el piso de madera que crujía. Me encaminé al fondo del salón y crucé una puertecita que daba a otro salón aún más grande.

Las jaulas dentro del salón no tenían otra cosa que personas comunes, tan comunes como aquellos que había visto pasar ante mis ojos abajo, en la calle. Me acerqué a la jaula más próxima y comencé a observar fijamente a la mujer que la habitaba, intentando encontrar algo que tuviera de particular pensando que era un circo de malformaciones o enfermedades degenerativas y que atrofian músculos, huesos o articulaciones, pero nada de eso lo tenía ella. Me acerqué a la ficha que, presumí, tendría la descripción de lo que estaba intentando descifrar.

"La mujer con el corazón más frío del mundo. Su corazón se congeló después de creerse incapaz de amar, de perdonar, de sentir siquiera dolor".

Sonreí porque el asunto me pareció tremendamente cómico, sobre todo porque jamás había ido a un sitio con tan poca imaginación para exhibir seres humanos como piezas de museo o como adefesios que atraen al morbo, pero al instante se me borró la sonrisa al ver en los ojos de aquella mujer una tristeza que está a punto de derramarse en lágrimas, en lamentos y dolores, pero no hubo nada. Como si aquella mujer fuese de cera, porque ni siquiera se movió.

Caminé un poco intrigada hacia las otras jaulas y en una de ellas se encontraba un hombre de estatura promedio y enseguida, para no perder el tiempo buscándole razones, me acerqué a la ficha descriptiva que decía " Enanismo emocional. Este hombre tiene la peculiaridad de ser incapaz de expresar su sentir. Su familia lo ha echado de casa y sin espetar nada, sin expresión en el rostro, se alejó de allí".


Sentí tanto dolor al darme cuenta que su mirada estaba perdida y su rostro desencajado, pero parecía llevar a cuestas una loza de alguna piedra muy pesada, pues estaba encorvado, seguramente, por cargar a cuestas culpas, miedos, remordimientos e incapacidad para expresarse con sus hijos, con su esposa, e incluso, si es que las tuvo, con sus amantes.

Caminé un poco más y encontré a un muchacho que parecía ser contemporáneo mío. Su mirada estaba perdida en la nada, su rostro inexpresivo, su cuerpo inherte. Su mano parecía estar deteniendo el aire que se encontraba frente a él y la ficha descriptiva decía "El domador de risas. Este hombre es capaz de ver reír y ver llorar a cualquier persona a su alrededor pero jamás se verá que refleje algún tipo de sensación o emoción".

Sentí pena por él y por un momento me pregunté si yo sería capaz de no sonreír, de no llorar, de no sentir. No dije nada y seguí a la última jaula del salón. Me extrañó que, al caminar a su lado, verla vacía. Sin buscar demasiado, preferí leer la ficha primero para después entender. "Adivina quién soy?" Decía la ficha y mi sorpresa fue enorme al pararme frente a la jaula y ver dentro de ella, un espejo.

Quise sonreír, pero no pude. Quise llorar y las lágrimas no me salieron. Quise gritar pero se ahogó en mi garganta, seguro el grito no sabía nadar y se ahogó con las lágrimas extraviadas. Me sentí incapaz de expresar cualquier tipo de sensación, miedo, angustia, enojo o frustración. ¿Qué me había pasado? Di dos pasos hacia atrás y después salí corriendo. Bajé las escaleras lo más rápido que pude. Ni siquiera me di cuenta si el hombre que me había recibido se encontraba en su escritorio.

La luz de la calle me encandiló, pero sentí un gran alivio cuando el viento comenzó a soplar y barrió mi cara. Grité, no con horror, sino sintiéndome viva, aliviada y feliz, no por lo que acababa de ver, sino por la oportunidad que tuve de volverme consciente de la magnificencia de sentir.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Una

Tal vez las palabras hoy no sean más que palabras. Puede ser que hoy, después de dos meses y un día el mundo no entienda por qué digo que te amo siendo tan poco el tiempo a tu lado. Olvidan la frase de Einstein con respecto a la relatividad del mismo... Y aunque no lo dijera con esa finalidad, no puedo sino aceptar que tenía razón y que para mí, estos dos meses han sido suficientes para darme cuenta de que no sólo quiero que seas parte de mi vida, sino que seas la razón por la que me siento viva, por la que me sienta viva día tras día. Quiero saberme segura a tu lado y quiero que sepas que siempre seré tu refugio cuando necesites escapar del mundo que puede ser, entre otras cosas, un poco cruel. Totalmente despiadado...

Tengo bien sabido que el amor es algo que se siembra y se cuida todos los días, que requiere cuidados y cariño continuo. Tengo muy presente y muy seguro que quiero cosechar contigo esos dulces frutos de la paciencia, del cariño, de la solidaridad, del respeto y del amor más puro.

Serán dos meses, pero yo quiero que se multipliquen de aquí a ese "para siempre" que nos dijimos un día, quiero que sean muchos "dos meses" que cumplamos durante esta larga vida que quiero compartir contigo, que quiero vivir contigo, que quiero hacer para ti y en ti. Quiero vivir en ti...

Te amo y te lo digo bajito o te lo digo gritándolo al viento, porque estoy decidida que eres tú a quien quiero cerca de mí, con quien quiero estar, a quien quiero hacer feliz y abrazar y besar hasta que el peso de los años me cierre los párpados.

Quiero ser de ti, quiero ser para ti, quiero vivir en ti y soñar contigo. Quiero ser una contigo, quiero estar contigo, ser una... y quedarme así, en silencio... entre tus brazos...

jueves, 22 de marzo de 2012

Hilos rojos

En un cajón como la mayor vergüenza, como el más ínfimo y procaz delirio, como el secreto más punible o la catarsis más despreciable, enferma, soez. En un cajón yace un pequeño trozo de afilado metal que se culpa un poco cada día por cortar de tajo las emociones de un ser humano perturbado y al mismo tiempo, se regocija al cambiar sus vestiduras del plateado oxidado que le cobija en noches y días a un rojo granate, ese rojo que vibra en su arista al punzar sobre la blanda piel, se regocija porque sabe que, a pesar del dolor que pudiera causar, es capaz de entregar tranquilidad a alguien cuyas memorias, recuerdos y males abordan sin decir media palabra y la hunden en un mar de dudas, de inseguridades. Un mar que hacía mucho tiempo no pisaba porque sabía que sus aguas eran turbias, sus arenas, movedizas y su suelo, inestable.

Es así como este pequeño secreto, este injurioso artilugio se baña en un vestido de finos, finísimos hilos de seda rojos que se entrelazan con su fría y metálica superficie, entramada la seda con el metal se hacen un sólo dolor, un sólo ardor que se pierde entre lágrimas, entre blasfemias, entre horas y eternidades. Un dolor que, si bien no desaparece, al menos sí termina lavado en endorfinas que adormecen hasta al más agudo de los males, hasta a la más triste de las tristezas...



sábado, 17 de marzo de 2012

Quizás

Quizás te he dicho mil veces que te amo, quizás me falten otras mil, otras mil millones de veces, otros mil millones de días para demostrártelo. Quizás algunas veces callo lo que mi alma siente y quizás no siempre creas en mis palabras, en el amor que te tengo, pero de algo que no dudo es de la felicidad que trae tu vida a mi existencia, de la sonrisa cristalina que me entregas, de la mirada enamorada que se me rebela cuando pienso en ti.

Quizás parezca exagerado decir que te pienso diario y a toda hora, quizás creas que soy una cursilería andante sólo por ponerme a escribir palabras que lo único que les falta es una abeja rondando, pues es pura miel. Quizás carezca de vocabulario para expresar todo lo que me haces sentir cuando me llamas, cuando me miras, cuando me besas. Quizás no seas consciente de la magia que develas con tu presencia o la obscuridad en la que suelo sumergirme cuando no estás.

Quizás nunca sea suficiente decirte a besos, susurrarte con caricias o cantarte con palabras todo lo que significas para mí, quizás me falte mucho para que te des cuenta de lo mucho que te amo, lo mucho que me importas, lo mucho que me encanta estar contigo y lo feliz y plena que me siento a tu lado. Quizás no sea capaz de dar un discurso mañana con las palabras más hermosas que existan en el diccionario, pero de algo de lo que no me atrevo a dudar es de mi capacidad para demostrártelo con actitudes, con estar a tu lado con soles resplandecientes o tormentas implacables. Quizás no me quede mucho tiempo de vida, quizás me quede una eternidad y media, pero algo que sé, es que quiero estar contigo, quiero estar en tu vida y, sin duda, quiero que seas la razón por la que viva la mía.

sábado, 10 de marzo de 2012

You are the inspiration...

I'm defying all the natural forces, gravity and logical laws existing... I'm flying without wings, without wax and without feathers... I'm flying, but not like an airplane or as an helicopter would fly, no... I'm not flying like the birds and bats do. I'm flying higher and higher, I'm letting my soul reach my dreams, I'm letting myself be as free as it has never been before. I'm letting my heart separate from my entire body so that it can follow you... I'm letting my emotions flow like a river would do...

In my eyes, new illusions are rising, just the way the sun comes up every morning, my spirit has new and better reasons to wake me up, to make me walk, to think of you... My eyes are the reflection of my happiness, of my joy and surprise since you came into my life.

In my smile, there's a glow of hope and peace, my smile tells everyone about you without saying a word, without even pronouncing the 4 vowels and 4 consonants that spell your name. I don't need to explain anything, because my body language tells everything anyone should know.

Every day, a new beginning; every beginning, a renewed love that grows and blows my mind away; every renewed love to kiss you... and every kiss to please you.

Lo que no es

Es tan perfecta. En su perfección es perfecta y en su imperfección también. Su par de ojos castaños son tan perfectamente desiguales que cada uno sabe una historia que complementa la del otro. Han percibido de maneras tan distintas el horizonte que, uno ve un árbol y el otro sólo lo ve de reojo, pues el espacio que ocupa su pequeña nariz les impide complicidad en lo que observan.

Sus labios, los hermosos labios que amo besar, los labios que añoro tocar con la punta de mi lengua enamorada son todos los días diferentes. Un día son suaves y carnosos y al otro día, sin decirme nada, se vuelven suaves y carnosos y al día que le sigue, invariablemente cambian y se vuelven suaves y carnosos. Como si desearan que adivinase su posible transformación. Siempre suaves y siempre carnosos y a la vez, tan nuevos, tan suaves y carnosos como jamás lo habían sido. Sus labios cambian de un día a otro y, aunque pareciera que he repetido la frase muchas veces, la verdad es que jamás sus labios son como lo fueron el día anterior, jamás sus labios son iguales a los del beso anterior siquiera. A cada instante se renuevan ante mis ojos, ante mis labios, ante mis deseos...

No sé si el mundo lo sepa, pero tiene más de mil manos. Unas las ocupa para jugar con su hijo- perro, otras las usa para comer, otras más las usa para escribir en la computadora... Y ni hablar de las manos que usa para tocar mi rostro o aquellas otras que utiliza para acariciar mi espalda. Cada par de manos tiene un uso exclusivo, un tacto distinto. Es difícil pensar que se pueden amar las mil manos que tiene, pero las amo a todas por igual, porque cada par tiene habilidades distintas, cada cual tiene un poder distinto. Porque si me tocara con las manos con las que juega con su hijo- perro, seguro serían cariñosas, pero no tan cariñosas como aquellas que hacen que mi espalda se arquee y mi piel se erice.

Tal vez jamás se ha dado cuenta el mundo de la colección de voces que tiene y las ocupa todas. Desde la despreocupada hasta la melosa, pasando por la cariñosa o la fraternal. Tiene mil voces, mil tonos distintos y miles de colores para conjugarlos. Sus voces cambian como cambia la vida a cada segundo y sin duda, amo cada una de sus voces, sus entonaciones y sus colores.

Amo cada parte finita de su ser y amo lo que es y lo que no es. Amo su pálida piel y amo también la sonrisa de margarita que tiene. Amo su mirada y sus doscientos años alrededor del sol. Amo sus esfuerzos por terminar la tesis y amo también su amor por las aves... Amo lo que es y lo que no es. Porque sé que no tiene una sonrisa de margarita, ni doscientos años alrededor del sol y mucho menos, ama las aves, pero la amo por ser aquello que no es... pero sobre todo, la amo por ser quien es.

miércoles, 7 de marzo de 2012

El amor es azul

El amor es azul, me queda claro. El amor es azul porque es el color del cielo, del agua cristalina. El amor es azul porque azules son las noches en las que sueño contigo, tan azules como mis deseos de estar para ti siempre que me necesites, siempre que me pienses, siempre que digas mi nombre.

El amor es azul como el cristal del jarrón de tu casa, tan azul como la cama de tu hijo, que ahora es mío también. Azul es tu nombre, tu aura, tu luz. Sólo sé que el amor es azul porque azules son las promesas que tengo a futuro contigo, porque azules son las verdades, los placeres, las caricias, los recuerdos y los besos que me regalas.

No tengo duda alguna de que el amor es azul. Sobre todo porque azul es el color del oleaje de tu mirar, tan tranquilo y constante. Azul es el amor porque me lo dicen tus labios a besos, me lo gritan tus manos en mi espalda.

El amor no puede ser sino azul, porque azules son las respuestas a nuestras diferencias, a nuestras divergencias, tan azules como la alegría que siento al escuchar tu voz, al pensar tu nombre, al sentir tu aliento.

El amor es azul, porque es como yo lo siento y como lo vivo; el amor es azul porque es el color perfecto para definirlo, porque es el color que me hace más feliz, que me llena de paz, de alegría y porque el azul es el color que me recuerda a ti.

jueves, 1 de marzo de 2012

Tiempo

Se ha detenido el tiempo aunque mi reloj aún cuente los segundos. ¿Por qué siento que el mundo se ha detenido? ¿Será que he vuelto a mirar tu sonrisa entre un parpadeo y otro? Puede ser que haya visto tus ojos dibujados en el cielo o tal vez imaginé tus labios en mi cuello. Has hecho que el tiempo se detuviera y mi mente se agita como se agitan las alas del colibrí que liba gustoso el almíbar de las flores.

El tiempo se ha puesto pausa y mientras tanto, imagino mis manos recorriendo tu espalda y mis labios reconociendo tu cara, mis ojos dibujando tu mirada, mi cuerpo aprendiéndose de memoria el tuyo, cual niño ferviente aprende el Padre Nuestro arrodillado junto a su cama. Así de ferviente soy cuando pienso en ti, cuando estoy contigo.

Mis horas ya no corren, mis minutos se han vuelto eternos, tan eternos como ese para siempre que deseo vivir contigo, tan eterno como el brillo de tus ojos o tan constante como mis deseos de estar contigo a cada instante. Tan eterno como el ensueño que me abraza prometiéndome el hechizo que hará que desees quedarte a mi lado lo que nos reste de vida.

El tic tac dejó de sonar, aunque tal vez sea yo quien ya no lo percibe por perderme en tus ojos, en tu voz. Tu voz me ha hechizado y tu mirada me tiene encandilada, embelesada. Estoy tan perdidamente enamorada del color de tu alegría de vivir, de tu forma de reír, de tu silueta, de tu voz que es poesía. Me has atrapado con esa forma tan particular que tienes de ser tú misma; sin duda ser única y perfecta es lo que te sale mejor.

Mi reloj sigue contando el tiempo, pero yo quisiera hacerlo eterno para vivirlo contigo.

Caducidad

A ti, que aún dices leerme:
Las hojas de los árboles caen medio marchitas al pavimento que el viento se lleva. Nadie las extrañará porque llegarán otras a cubrir las ramas del viejo árbol en la esquina de la calle de tu casa. Si acaso un niño, tal vez tu hermana, se regocije con el hermoso tesoro crocante de las hojas secas sobre las cuales pudiera pararse y aplastarlas con sus pequeños pies y disfrutar su crujir, dejando paso a las moronitas de hoja sobre el asfalto.

Debo tirar las latas de verduras en conserva de la casa, están infladas, como si cualquier día fueran a reventar ensuciándolo todo. No, no quiero tener que escombrarlo todo para limpiar la alacena, mejor las tiro de una vez antes de que otra cosa suceda; antes de que mi madre las abra y las comparta por error, antes de que un día, en un ataque de depresión, las utilice como veneno y atente contra mi propia vida.

El otoño da la bienvenida al invierno y éste, al terminarse, abre paso a la primavera que todo lo que toca, lo llena de vida. Se abren los pétalos de los pequeños botones, los pastos crecen cada vez más verdes, la luz, el rocío matinal, los lirios, las rosas, las hojas, la brisa, las risas, el color y calor del sol. Todo comienza a despertar del letargo invernal al que había sido sometido, todo recobra movimiento, aroma, vida... Esa vida que creíamos perdida cuando comenzaron las heladas.

A veces me pregunto si la decisión de dejarte ir fue la correcta y mi mente siempre me dice "fue lo mejor que pudiste hacer por ambas". Te regalé mi cariño sin límites, te regalé mi amor, mi corazón entero, mi vida, mis sueños, mi alma. Te envolví en celofán de colores mi risa y mis palabras, le puse un enorme moño a mis pensamientos, a mis alegrías para vivirlas contigo y un millón de promesas para cumplirlas a tu lado... Te regalé mi amistad incondicional para siempre... Pero ese para siempre llegó a su fecha de caducidad cuando decidiste que lo mejor era alejarte.

Guardé todos los regalos en la alacena, junto a las latas de conserva y tanto las latas como las promesas y demás regalos, llegaron a la fecha en la que no pueden reutilizarse más. Prometí que estaría contigo siempre y así será, sólo que me quedaré contigo sólo como recuerdo, como experiencia, como lo que pudo ser y nunca fue. Como esa promesa sin cumplir, ese regalo sin abrir, esa eterna espera.

Te deseé lo mejor siempre y sigo deseando que toda tu vida esté llena de bendiciones. Hoy te cuento que mi vida va de maravilla, mejor que nunca. He encontrado en mí lo que jamás creí que encontraría: a mí misma; por si fuera poco, encontré a la mujer más maravillosa del mundo, me hace muy feliz haberla encontrado y debo agradecértelo totalmente, pues de no haberte alejado de mi vida, tal vez nunca hubiera encontrado la verdadera felicidad.

Como siempre, te agradezco que hayas estado el tiempo que te fue posible. Siempre te agradeceré que me hayas enseñado tantas cosas... Y me hayas ayudado a encontrar la verdadera felicidad al irte tú.

lunes, 27 de febrero de 2012

La princesa y el borrego

Mucho se habla de los cuentos de princesas que besan sapos hasta encontrar, entre un millón, uno que fuese hechizado por una malvada bruja. Yo no contaré una historia en la que se incluya un príncipe y mucho menos un sapo, pero sí contaré uno que hace no mucho comenzó a escribirse y que, por extrema suerte para uno de sus personajes, aún no termina de escribirse (y dicho personaje desea que no termine jamás). No contaré una historia como las que pinta Disney, aún cuando es inevitable tenerle de referencia. Ésta es la historia de la princesa y el borrego y la historia empieza así:

Cuentan que alguna vez al buen pastor se le perdió una oveja, la única oveja negra que tenía entre sus animales. Se le perdió en medio de los pastizales por distraída ella y por descuidado él. La oveja comenzó a caminar sin rumbo y sin hambre, pues tenía todo un pastizal para ella sola y, a pesar de escuchar los cencerros de las vacas y becerros de los ranchos vecinos, ninguno sonaba como aquellos que tenía el ganado de su pastor. El día se apagaba y después de un rato, el borrego recordó las comodidades que tenía en la granja a pesar de tener que soportar en las patas las mordidas de Ben, el perro pastor, y de vivir hacinada, sin duda sabía que vivía mejor que los animales salvajes, por lo que decidió que era tiempo de volver a casa.

Comenzó a caminar y caminar por el pastizal, las luces de los ranchos comenzaban a encenderse mientras la luz del cielo daba paso a las titilantes lamparitas del cielo que no iluminaban un carajo, pero se veían bonitas. Pasaba el tiempo y el borrego seguía caminando y balando en busca de alguna respuesta que le sonara familar, de alguna compañera que reconociera su balido y respondiera para que volviera a casa, pero nadie respondía.

Después de buscar por largo rato y sin éxito y con las patas cansadas de tanto andar, se acurrucó bajo un árbol y pensó que allí sería donde pasaría la noche y, si tenía suerte, al siguiente día lograría dar con su pastor y con su rebaño, aunque Ben la castigara con las mordidas más feroces por haberse escapado.

Dormía plácidamente el borrego cuando sus orejas captaron un ruido en la lejanía.
Son risas, pensó y creyendo que eran los hijos del pastor, se levantó y comenzó a caminar hacia el sitio de donde provenían las risas. Se entristeció al ver que quien reía eran un par de niños que, al verla, comenzaron a correr tras ella para que se alejara y los dejara en paz. A pesar del cansancio, el borrego corrió para alejarse de allí, pues parecía que los niños realmente no deseaban su presencia y volvió al árbol y se dejó caer sobre el pasto.

¿Por qué me alejé? Se preguntaba, pero no lograba entender la razón por la que no se encontraba con su rebaño. Comenzó a sollozar, deseando estar con sus compañeras y no sentirse sola. Al poco rato, un sopor la embriagó y comenzó a perderse nuevamente en el sueño cuando escuchó que alguien lloraba. ¿Será acaso la esposa del pastor quien llora por mi ausencia? se preguntó emocionada. De nueva cuenta, se puso en pie aunque las patas le pedían clemencia. Sabía que quien lloraba se encontraba muy cerca y comenzó a guiarse por el llanto y se adentró en el pequeño bosque que había allí. Al encontrar a quien lloraba, no pudo evitar entristecerse, pues no se trataba de la esposa del pastor, sino de una niña.

La niña era hermosa, su piel era tan clara que parecía de porcelana; sus ojos obscuros como la noche y sus mejillas sonrosadas como algunas nubes solían ser al despuntar el alba. Pretendía alejarse sin hacer ruido, pero las ramas y hojarasca en el suelo delataron su presencia. La niña alzó la mirada y el borrego se detuvo con miedo. La niña secó sus lágrimas con la manga del sweater que llevaba y comenzó a llamar al borrego que, asustado y desconfiado, comenzó a dar pequeños pasos hacia atrás. La niña se levantó del suelo y dio un paso hacia donde se encontraba el borrego.

Los ojos de ambos se encontraron y la niña seguía llamándole. El borrego quería correr y alejarse de allí; sin embargo, había algo que no le permitía alejarse. Parecía hechizado por la impávida voz de la niña, aunque tal vez fueran esos ojos castaños lo que le mantenían allí. Ya no pudo moverse hacia adelante ni hacia atrás y la niña comenzó a acercarse cada vez más hasta que se encontraron nariz con nariz. La niña acercó su mano hacia la cabeza del borrego y comenzó a acariciarle.

El borrego jamás había sentido tanta paz en su vida, jamás había tenido contacto con otro ser vivo, salvo por los empellones de sus compañeras a la hora de guardarse en el corral o cuando Ben le magullaba las patas a mordidas. No recordaba si su pastor le había acariciado, aunque tal vez alguien lo haya hecho cuando era un cordero.

El miedo que el borrego sintió al principio se disipó por completo y acarició con el hocico la cabeza de la niña quien dio un salto hacia atrás creyendo que iba a herirla. El borrego agachó la cabeza como muestra de sumisión y dio un par de pasos hacia la niña, sin darse cuenta que sus patas estaban destrozadas de tanto andar. Cojeaba y fue entonces cuando la niña dejó de temblar del miedo y se acercó al borrego. Tomó una de sus patas y la revisó con ternura.

- Pero ¿qué te hiciste?- dijo la niña asombrada al ver las patas lastimadas del borrego. La mirada del animal respondía con dolorosa tristeza, aún sin que articulara palabra alguna. Sin dudarlo, la niña rasgó sus ropas e hizo con los jirones, una especie de almohadillas para que el borrego ya no pisara las ramas. El borrego no sabía cómo agradecer ese acto de bondad, lo único que se le ocurría era quedarse con ella hasta que decidiera regresar a casa.

- ¿Estás perdida?- le preguntó la niña- yo también. Estaba jugando con mi hermana en el bosque pero ya no supe regresar a casa. La niña comenzó a sollozar de nuevo y el borrego carente de experiencia en cuestiones emocionales, lo único que atinó a hacer fue a apoyar su cabeza sobre el regazo de la niña quien, al poco rato, comenzó a bostezar. La niña se acurrucó sobre el sweater que llevaba y lo único que atinó a hacer el borrego fue acomodarse alrededor de ella para que no pasara frío.

A la mañana siguiente, la niña y el borrego comenzaron a caminar para alejarse del bosque y llegaron al claro donde se encontraba un pequeño pueblo. El rostro de la niña se iluminó al ver a lo lejos una casa que sobresalía del paisaje: era la casa más bonita y grande de todas.
- ¡Esa es mi casa!- dijo la niña emocionada y comenzaron a caminar hacia donde se encontraba la construcción.

Cruzaron el pueblo y la gente veía con una mezcla de extrañeza y alivio a la niña, pero la extrañeza se hacía mayor cuando veían que iba escoltada por un borrego lanudo y mugroso. El borrego al notar los ojos posados sobre él, agachó la cabeza y evadía las miradas.

Llegaron a la puerta de la gran casa y la niña tocó. Inmediatamente, la puerta se abrió. La madre de la niña con lágrimas en los ojos, la abrazó y besó.

-Mi niña, ¿dónde te has metido? Estábamos muy preocupados por ti- dijo la madre.
-Corrí en el bosque y después, ya no supe hacia dónde ir- dijo la niña con la voz entrecortada.
- Me alegra que hayas vuelto, no sé qué haría sin ti- dijo su madre mientras la alzaba en brazos; ya estaba por cerrar la puerta cuando la niña gritó:
- ¡No, mamá! ¡No cierres!- frente a la puerta, el borrego había agachado la mirada. Pensaba que su misión había terminado y que tendría que regresar al bosque y vivir allí para siempre.
- El borrego estuvo conmigo toda la noche, no me dejó sola. ¿Podemos quedárnoslo?- dijo la niña. La madre, no muy convencida, aceptó y dejó entrar al borrego.

Fue entonces cuando el animal se percató de la nobleza de la niña, y no sólo hablo de su amabilidad al darle un asilo, sino que la niña era una princesa. La niña y el borrego se volvieron inseparables y el borrego, de ser un animal de granja, se convirtió en su fiel compañero.

El borrego amaba a la niña y la niña correspondía con un gran cariño al borrego y fue así como comenzaron una historia cuyo fin aún no se conoce, pues no ha llegado tal, pero el borrego ahora sabe por qué se alejó del rebaño.

Evidentemente, hay muchas cosas que van más allá de la realidad como el asunto del bosque o el pastor que cuidaba al borrego, pero sí es cierto que el borrego encontró a su princesa. Es verdad que el borrego encontró a una niña maravillosa hace casi dos meses y con quien comenzó una hermosa historia que, por cierto, no se compara con nada y esta historia es apenas el inicio de un largo y bello cuento que al borrego le encantaría continuar escribiendo con la persona más maravillosa que pudiera encontrar en la vida.

Deni, te adoro y eres lo mejor que pudiera pasarle a mi vida y no tienes idea de todo lo que despiertas en mí con el "simple" hecho de saberte aquí. Gracias, mi niña hermosa por darme las fuerzas y las ganas de seguir en pie, con ganas de mejorar cada día y con deseos de vivir contigo y dedicarte cada una de las cosas que componían mi mundo y digo componían porque ahora mi mundo, mi universo entero, está hecho de ti y de los sueños que tengo contigo y del futuro que quiero a tu lado. ¡Te adoro, mi niña!

lunes, 13 de febrero de 2012

¿Qué se le puede pedir a la vida cuando todo lo tienes ya? Es curioso cómo creí no estar diciendo tu nombre entre dientes, pero sí te buscaba con la mirada en las multitudes, entre los ríos de personas. ¿Dónde habías estado? ¿Qué tienda o producto llamó tu atención que no te vi entre el tumulto de gente frente a mí?

Creí no pensarte, quise creer que ni siquiera te conocía y, sin embargo, ya sabía que existías, te soñaba con frencuencia, intentaba una conversación telepática contigo, pero mi marcación no era la adecuada. ¿En quién pensabas que mi llamado nunca logró total conexión contigo? Deseaba saber con cuál compañía telepática habías contratado plan para contratar uno igual y lograr dar contigo... Pero no era asunto fácil... Aún eras un sueño, una idea. Nada más.

Creí no desear que tus labios se posaran en los míos, pero más de una noche, en más de un sueño sentí tu boca rozar la mía; más de una vez sentí tu labio inferior entre los míos conversando tan cerca unos de otros que parecía que no necesitaban palabras. ¿Por qué me despertaba en las madrugadas con un escalofrío recorriendo mi espalda y sola? ¿Por qué hacías un sueño tan vívido y después te desvanecías para dar paso a una solitaria realidad?

Creí no conocer tu voz, creí no haberla escuchado entre murmullos diciendo mi nombre, creí que era sólo una ilusión más, una invención de mis pensamientos. Pensé que el murmullo del viento sólo se había vuelto más hermoso y que, por fin, se había aprendido mi nombre o, al menos, sabía qué notas hacer sonar al deslizarse entre metales para que yo volteara. ¿Por qué al dar la vuelta y buscarte seguías invisible a mis ojos? ¿Por qué no levantaste la mano para decirme que eras tú?

Creí no querer conocer a nadie y dudé que alguna vez encontraría a alguien que pudiera hacerme sentir que la espera había valido la pena, que mis miedos y frustraciones desaparecerían. Creí que esa persona no existía para mí, que sólo era una más de esas ilusiones que el ser humano se inventa para sentirse menos miserable. Llegué a pensar que el amor no estaba inventado para personas como yo que tenemos sueños tan vívidos, que esperamos que alguien levante la voz diciendo nuestro nombre entre la gente... Hasta que te encontré, Deni. Y ahora que llegaste a mi vida no sólo como una ilusión, no como un sueño ni como espejismo sino como una realidad es que no quiero dejarte ir. Porque después de andar tantos caminos y caminar sin rumbo entre los mares de gente sé que eres la persona a la que quiero en mi vida, a quien quiero cuidar y enamorar con el paso del tiempo.

Quiero que seas tú a quien dedique mis días, mi vida. Quiero que sea contigo con quien sueñe y quien sueñe conmigo para hacer realidades. Quiero que sea a tu lado mi juventud, madurez y vejez. Quiero entregarte todo lo que soy, lo que pienso y siento. Quiero que seas mi refugio, mi mundo, mi luz, mi estrella, mi buena suerte, mi mejor camino hacia la felicidad: hacia la plenitud.

Creí conocerlo todo, creí que soñaría por siempre...

Hasta que apareciste tú.


domingo, 12 de febrero de 2012

El árbol

En un rincón, a media luz, me encontraba intentando escribir una rima, una novela, una canción. Lo más hermoso jamás encontrado, jamás leído o interpretado, pero nada se me ocurría. El cesto de basura ya no podía tragar más papeles arrugados, mi bolígrafo estaba en sus reservas de tinta y mi cerebro estaba seco como jardín de casa porfiriana abandonada a media primavera.
Mis flores en un jarrón al borde del desahucio, mi mano cansada de escribir palabras sin sentido, sin rima, sin métrica, sin intenciones, sin ideas nuevas. Nada realmente estaba resultando y la vela estaba a punto de apagarse, pues ya sólo era una plasta de cera sobre la mesita de madera.

Recuerdo que esa noche no pude dormir. Debía encontrar una fuente de inspiración y terminar de escribir algo, lo que fuera. No por trabajo, no por pedido externo, sino porque mi alma me suplicaba, me obligaba a escribir algo que expresara lo que sentía... Tal vez ese era el problema. Ya no sentía nada...

A media luz y con la última bocanada del penúltimo cigarrillo de la segunda cajetilla, me puse a llorar. La frustación me ahogaba como alguna vez me ahogué en un mar tribulado de tristezas y recuerdos que me sumergían en un torbellino que parecía querer tragarme. Estas manos no sirven para escribir, me dije.

Con la escasa luz, tomé la taza de café que parecía haber estado en el refrigerador, cuando en realidad, tenía tres horas sobre la mesa, esperando a ser sorbido aún tibio, pero que no fue tomado en cuenta porque la mente de una escritora frustrada se encontraba en otro sitio, lejos de la alcoba, de la cajetilla de cigarros y de la taza de café. ¿En dónde? Sólo Dios y ella saben y aunque ambos lo supieran, ninguno lo recordaría, puesto que fueron tantos sitios los visitados que, intentar hacer una lista, habría sido cosa difícil, por no decir imposible.

Después de la tercera crisis y muchas hojas en el piso, decidí inventarme un mundo, un par de personajes. Todo era perfecto, todo era tan colorido, tan bello, tan nítido que parecía estar viviendo en ese instante, la historia que comenzaba a escribir.

Después de tres horas de incesante escritura, con la mano acalambrada, me levanté de su silla. Me acomodó los cabellos en una especie de chongo y me acerqué a la ventana donde se asomaban los primeros rayos de sol. No sé si era el relato que escribía o la luz del sol la que me daba ánimos para seguir escribiendo, a pesar de que mi mano se negaba rotundamente a seguir con tan demandante labor.

Salí de casa, el frío curtía mi cara, me abracé envolviéndome con el cardigan gris con el que se me ocurrió alejarme de casa. Caminé por el único sendero que llevaba a la pequeña reserva de pinos que colindaba con mi casa. Tan absorta en mis pensamientos, comencé a caminar hacia la nada, o hacia el todo, tan lejos de mi propia existencia, tan lejos de mi propio pensamiento.

Me senté en la raíz de un viejo árbol, mi mente no estaba en blanco pero eran tan rápidas las escenas de la película en mi mente que pensaba todo y pensaba en nada al mismo tiempo. Ya no sentí frío a pesar de estar rodeada de una neblina helada entre los pinos. No sentía nada... Y así, con ese mismo sentimiento de nada, regresé a casa y así viví por años.

viernes, 27 de enero de 2012

Carta para mi amada

No hay día que no piense en ti. No hay momento que no desee abrazarte y decirte al oído "te quiero mucho, hermosa" sin que sea gracias a un aparato tecnológico. Tengo tantas ganas de que, los besos que te doy en sueños, se conviertan en realidades. Tengo tantas ganas de no atosigarte, de hacerte feliz y darte lo mejor de mí y que te enamores cada día un poco más como yo me he enamorado de ti.

Sé que el tiempo que llevo de conocerte no es mucho, al menos, el tiempo en esta vida, pero algo me dice que quiero pasar mucho tiempo de mi vida contigo... tal vez para siempre; quiero encontrar la forma de ser feliz haciéndote feliz cada día que estés a mi lado, intentar mejorar para que las cosas funcionen, buscar la forma en que la comunicación fluya y tus sueños se entrelacen con los míos... Quiero construir no un mundo, sino un Universo contigo, quiero perderme en él contigo cuando este mundo parezca no girar más, cuando parezca todo acabar. Quiero entregarte mi corazón y mi vida enteramente, sin reparos, sin miedos, sin dudas... Quiero cumplir todas esas promesas que hago y haga en un futuro, en un futuro contigo...

Deni, ¿quieres formar conmigo un NOSOTRAS?