Mi corazón palpita al ritmo de la respiración que traen hasta mí, mis recuerdos; mis manos aún danzan sobre tu fantasmal cuerpo, sobre la imagen que guardo de tí en un cofre que abro cuando la noche es muy fría o cuando me siento muy sola. Aún tengo entre los dedos el perfume de tu piel. Tal vez sólo sea otro recuerdo.
De nuevo maldigo a mi memoria, porque tiende a desarmarme por completo cuando vienes a mí, desnuda de mente, semivestido tu cuerpo, cuando tu recuerdo se hace tan palpable, tan besable, tan audible, tan entrañable. De nuevo, sonrío y entre sonrisas lloro, porque te recuerdo mía, pero te sé lejana, aunque no ajena.
Escucho esa conversación que alguna vez tuvimos, aquella donde tu respuesta fue un largo beso y una mirada enternecida y un "eso no sucederá". Recuerdo haberte dicho "temo que un día, en ese juego inocente donde dices te amo y yo te contesto yo te amo más, termines por darme la razón...".
Hoy sólo puedo confiar en esa promesa que bailó en tus labios y se filtró en los míos, esa promesa que me dictaron tus ojos, la promesa que decía tu alma en esa voz que aún me despierta en las noches, susurrando mi nombre de la misma forma en la que el viento lo hace con el tuyo.