L' anima sparita

L' anima sparita

miércoles, 26 de junio de 2013

Vistiendo santos en la casa de retiro

Me duele el brazo izquierdo, posiblemente sea un paro cardíaco, mañana iré al doctor si no morí antes.
Mis hijos ya no vienen, desde que son adultos, se olvidaron de su pobre madre.
¿Acaso tengo fiebre? ¡SANTO CRISTO, estoy hirviendo! Que alguien llame al médico, pero que no me recete un baño de agua helada porque las reumas no perdonan ni el agua tibia.
¿Qué hice yo para merecer hijos tan ingratos? Dios me castiga por darlo todo y no pedir nada a cambio en su momento.
Siento que la respiración se me dificulta; inhala, exhala. Posiblemente sea un enfisema. ¡AY, DIOSITO, no me lleves! ¿Qué será de mis nietos sin la abuela que les haga la cena navideña?
¿Que mi cabello parece la espuma del mar? ¡Pues claro!, con tanta preocupación por los programas que ven mus nietos,y que sus padres no cuidan, ¡cómo diablos iba yo a mantener mis cabellos negros!
Ayer, frente al espejo me encontré dos manchas más en la cara, seguro tengo cáncer de piel y moriré de dolor cuando el cáncer me haya invadido toda; muerta de dolor y sola porque nadie viene a verme.
Que alguien llame al doctor, ¡me muero, me muero! Y yo tan sola, y yo tan soltera desde siempre y yo sin hijos y yo sin nada. Sabia decisión la mía al no querer casarme nunca, al nunca criar hijos en la penumbra de mi incesante aflicción.