L' anima sparita

L' anima sparita

jueves, 26 de agosto de 2010

Hubiera...

Con cada beso, cada sonrisa me hipnotizaste y lograste que cayera como en cámara lenta al piso. Con cada "te amo", con cada caricia me perdí en tu ser sin saber cuán dañino podría resultar. En realidad, no me importaba, pues en mi locura tenía por sentada tu existencia, tus besos, caricias, sonrisas y los te amo que hacían arder mi corazón y me fundían a tu esencia. Quise creer que serías para mí el agua de vida y el pan que alimentaría mi ser y mi alma para la eternidad y los años subsecuentes. Creí que tu presencia era lo único que necesitaba para sentirme vivo, que tu respiración era la mía y que tu corazón y el mío latían al unísono porque creía que éramos uno solo, no únicamente cuando tu cuerpo ardía con el mío, sino cuando dormías, cuando trabajabas, cuando comías, cuando llorabas...

Me obsesionó la idea de tenerte en mí para siempre, de ser tuyo desde siempre y para siempre. Hoy, mi orgullo bajó la guardia y puedo decir que me equivoqué, que no eres más que la adicción a la que toda mi vida me negué, porque siempre pensé que aquellos que dependen de una sustancia para vivir, son débiles... Me he dado cuenta de mi debilidad y te culpo por haberme enmarañado en esta situación de la que no me arrepiento, pero que desearía jamás haber vivido. Hubiera preferido jamás saber, jamás sentir lo que el amor era... porque hoy que estoy más conciente que nunca de mis errores, no sé cómo hacer para levantarme y seguir adelante... cómo hacer para olvidarte...

miércoles, 18 de agosto de 2010

Gota de agua

Una gota de lluvia bastó para ahogar a una hormiga que se paseaba sobre el pavimento. Me entristeció sin duda su muerte, a sabiendas que a cada segundo mueren miles de ellas. Pero esta hormiga tenía un significado aún más profundo de lo que hubiera querido, en ella había encontrado una compañera víctima del mismo problema: una gota de agua.

Me sentía como la hormiga, me ahogaba en una gota de agua, un problema que cualquiera hubiera calificado como un problema menor, o simplemente, como una circunstancia en la vida sin consecuencia alguna... Para mí, era todo un acontecimiento, para mí fue un golpe del pasado que me recordaba lo frágil que era mi corazón... Lo fácil que era hacerme llorar.

La gente me miraba raro al pasar a mi lado, porque me había detenido para ver morir a una hormiga en vez de resguardarme de la lluvia que a cada minuto se volvía más abundante. Abracé mi abrigo, mientras me agachaba para ver cómo la pobre hormiga se retorcía en el diminuto charco. Al parecer, contraria a mí, seguía luchando por su vida. Yo había perdido las ganas de seguir resistiéndome a la corriente, esperaba que me llevara... Que mis problemas por fin se apoderaran de mi mente y de mi poca cordura para, de una vez por todas, tener el valor de dejar este mundo.

"Te amo" dije sonriente, alargando la mano para entregar la rosa roja que tenía entre las manos, mi interlocutora sonrió forzada, extendió la mano con la palma hacia mí y los dedos apuntando al cielo en señal de que me detuviera. Sonrió forzada y dijo "no puedo aceptarla... no puedo decirte que te amo, porque no es así".

La sorpresa fue tal que dejé caer la rosa a sus pies, sonreí con una lágrima que escapó de mis ojos y me eché a correr. Cuando sentí que la distancia era la suficiente, me detuve... y fue cuando encontré a la hormiga. Era cierto, ambas, hormiga y humana, queríamos escapar de la gota de agua que nos estaba ahogando, pero creo que mis ganas de vivir no tenían comparación con las suyas... Sentí que la vida se me había quedado en esa rosa... a sus pies...

martes, 10 de agosto de 2010

Eres tú

¿Eres un ángel con las alas rotas o un demonio con los cachos enmarañados entre los cabellos? En realidad, no me permitiría jamás preguntarte a la cara, pero me lo pregunto frente al espejo imaginando tu reflejo en él.

La luz de tu espíritu es el que amanece, no el Sol; es tu luz la que me deslumbra, no el rayo que se escabulle entre las cortinas de la habitación. Es tu piel y no la seda de las sábanas que me retiene sobre la cama, es tu sonrisa y no las praderas ni los bosques, con lo que sueño todas las noches. Eres tú y no el trinar de los pájaros, el que me hace despertar, el que me hace sentir vivo.

Tu boca me sabe a manzana de paraíso, tus ojos brillan con una flama infernal... Tus manos son una herejía y tu cuerpo es el pecado máximo encarnado. Son tus palabras las que me hacen imaginarte a tí y a mí en situaciones, en momentos que mi voz no puede pronunciar, pero que mi cuerpo añora sentir... Eres fuego, tormenta, delirio... Eres destrucción pero dentro de mí, constuyes más allá de un deseo, más allá de la piel, de los huesos... más allá del alma, del dolor, de la alegría, de los "te amo", de los "no me busques más".

¿Eres del cielo o del mismísimo infierno? Dudo un momento antes de besarte; porque al besarte pierdo el suelo, el sueño, el frío, la cordura, la conciencia, la ropa y hasta la decencia. Eres el sueño de todo hombre y la pesadilla de todo ser viviente. Con tu paso seguro haces temblar la tierra bajo tus pies, pero con tu risa enterneces hasta al más duro de los corazones... Odio amarte, pero odiaría aún más no hacerlo. Significaría perderte de mi vida, de mis sueños, de mis dedos, de mis labios... Sería reventar una burbuja que he creado sólo para dos... y sólo tu cuerpo sublime y perfecto cabe aquí, junto al mío.

Seas diosa benévola o demonio implacable, me gustas, me gusto incluso cuando estoy contigo... Te deseo cuando no estás y cuando estás te deseo aún más... Eres una adicción y yo, un fanático impertinente, un amante cegado por la lujuria y por el miedo a perderte también. Jamás podría preguntarte nada, sólo aprovecho cada momento que estás para agradecerle a la vida mi existencia en la tuya; y cada momento que te vas para blasfemar tu ausencia.

lunes, 2 de agosto de 2010

-Hoy me sobran las palabras para decirte cuánto me importas, tengo exceso de caricias para demostrarte cuánto te quiero. Hoy noté la troje que tengo de lágrimas para enseñarte cuánto te extraño en mi vida...-

Sentada en la banca del parque donde comúnmente me pongo a leer, comencé a mirar mi entorno, buscando sin buscar tu rostro, mirando sin mirar los árboles, las nubes, los pájaros, los edificios... A pesar de no quererlo, o queriéndolo con tanta fuerza, llegas a mi mente como un huracán que arrasa con todo lo que hay a su paso, que se lleva todos mis pensamientos para obligarme a pensar en tí.

Fue por eso que saqué el libro en turno de la bolsa, pero cada palabra me recordaba alguna experiencia, algún gesto, muchos momentos, muchas historias de mi vida en la tuya... De tu esencia en mi vivir. Cerré el libro con una lágrima atrapada entre las páginas y otra más entre las pestañas a las que comenzaba a corrérseles el rimel.

Me levanté de la banca, caminé con paso pausado hacia el café de la esquina de tu calle, pedí un capuccino deslactosado jumbo. Me sentí como un alcohólico que pide un doble al cantinero. Me sentí tan extraña al pagar y recibir sólo una cuchara para la espuma... Sólo pedía ese café cuando estabas conmigo...

Bebí a sorbos pequeños de esa humeante maceta, así le llamabas tú por ser tan grande la taza, la mirada de la gente me hizo sentir tan pequeña y más tras de ese tazón de café. Decidí hacerme la occisa y seguir tomando café, a pesar de que cada vez me era más difícil hacerlo pasar, pues un nudo en la garganta hacía más tortuosa la tarea.

Salí del café. En el marcador, yo salí perdedora: la taza de café y la gente pudieron más que yo, por lo que apenas si tomé un tercio de la capacidad del recipiente, me levanté de la mesa, pagué mi cuenta y salí del local.

Caminé, abrazando mi abrigo, había olvidado con cuanta fuerza golpeaba el viento. Tú y sólo tú en mi mente una vez más; soportar el frío era tarea fácil contigo a mi lado, tu calor aunado al mío, conjugado en un nosotros, era lo que me mantenía lejos de la hipotermia.

Sé que tengo que salir de ese encierro llamado recuerdo, de esa celda que llaman amor, pero me es difícil si aún me tienes encadenada con el susurro del viento, con cada experiencia, con cada gota de tu esencia en cada cosa que toco, en cada cosa que veo... Tú y sólo tú, una vez y otra más para no cambiar mi rutina, para no sacarte de mi vida...