L' anima sparita

L' anima sparita

jueves, 13 de septiembre de 2012

Gusto

Desconocidos que poco a poco se vuelven conocidos; conocidos que a pasos agigantados se vuelven desconocidos. No necesariamente es un asunto antropológico, sino lingüístico, estilístico, cacacterístico de la vida, de la muerte y de lo que hay en el medio.

Descubrir que la taza de té se ha enfriado y que las "rocas" en el whisky se han derretido ya. Mirar una vez y otra más para encontrar que el libro que solía fascinarnos hacía dos meses ha perdido toda su magia porque hemos encontrado uno que se acopla más a nuestra ideología del hoy, del ahora.

Reencontrarte con el oso de peluche inseparable de la infancia que hoy no parece mas que un pedazo de felpa mal cortado y polvoso; rescatar de la caja de recuerdos un vinil que ahora se ve bien en la pared, ya no se escucha bien en el toca-discos (¿para qué diablos serviría hoy tener un toca- discos?).

Lo que era, ya no es. Lo que es, nunca fue y dudamos que sea alguna vez y seguramente, no logrará ser aquello para lo que no fue ideado.

Palabras que alguna vez fueron conocidas hoy parecen un balbuceo irreconocible, incomprensible para quien las escucha. El léxico utilizado hoy no será el mismo que se use mañana. Todo es un constante cambio, aunque, curiosamente, no es el objeto o la palabra lo que cambia, sino la mentalidad de quien solía usarlo.

Donde el Frutsi congelado solía ser un manjar que hoy no puede compararse con un cabernet- sauvignon a media tarde. Los gustos cambian, los placeres también. La gente cambia... Y me pregunto qué será de mí mañana.

Apuesta

Como quien saca las fichas de un rompecabezas de mil piezas de "De Sterrennacht" de Van Gogh; esa sensación de aturdimiento y emoción que da pensar en las horas que podrías pasar acomodando piezas, buscando pequeñas coincidencias entre unas y otras para acomodarlas, de los ratos tan entretenidos, divertidos e incluso emocionantes. Como cuando logras encontrar la pieza que embona perfectamente en un grupo de algunas otras y que estuviste buscando por largo rato... Justo así es mi historia. Un rompecabezas de alguna pintura, aunque para nada célebre.

Mi vida siempre ha sido como una obra impresionista, llena de colores, de manchas inexplicables, pincelazos aquí y allá que han llenado de borrones mis recuerdos. Algunos intentan ver mi vida tan de cerca que no la entienden, hay otros que la ven de tan lejos que jamás la entenderán y estás tú, a la distancia perfecta de mis líneas, de la mezcla de mis colores, de mis borrones. Es curioso cómo es que te has vuelto tan experta en descifrar mi composición aún sin conocer nada de quien pintó este cuadro impresionista, como suelo llamarle a mi vida.

Tan incomprensibles suelen ser mis trazos que muchas veces me han creído parte de alguna corriente más vanguardista, más actual y abstracta. Quizás había sido la manera más conveniente de mostrarme al mundo y  casualmente, pareces darle razón a mi teoría: No cualquiera podría desentrañar mis cuadros, mi ser, mi vida. Quien lograra comprender la profundidad de mis sombras, la complejidad de mi composición, los trazos y puntos de fuga, seguro lograría encontrarle sentido a este intento de arte.

A decir verdad, nunca le aposté al estudio de las artes visuales, pero debo decir que he encontrado en ti las manos más tiernas, más dulces, más cuidadosas. He descubierto en tu maravilloso ser a la curadora, a la restauradora perfecta para resanar y retocar los colores que comienzan a carcomerse por la luz, por el polvo y el paso del tiempo.

A decir verdad, nunca le aposté al amor. Supongo que es reacción a mi mala suerte con las apuestas, a mis deudas de honor por periodos tan largos o tan cortos que dependían del tamaño del agujero en mi bolsillo. Las apuestas dejaron de ser para mí un juego y comenzaron a ser una deuda interminable con mis colegas, con mis consanguíneos, con mi pundonor. Hoy admito ante tus ojos vacilantes, ante tus manos prodigiosas, ante tus labios que resanan el lienzo de mi piel, que perdí la apuesta, pero gané la oportunidad de empezar una historia contigo que espero no tenga final en la galería que llamaremos hogar, en el museo que ya tengo hecho para ti en mi corazón de óleo.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Duermevela

Como cuando se está en la fase entre estar despierto o profundamente dormido,
 como cuando estás tan cerca de uno como del otro que sabes perfectamente en qué momento empieza el sueño,
donde todavía sabes diferenciar los escasos ruidos de la calle y la música en que te sumerge el subconsciente.

          Justo así estoy hoy.

 Ni luz de luna ni brillo de sol de verano en pleno invierno.
Ni REM ni pasos aletargados en el mundo que todos conocemos.
Ni profesión ni la regresión a ser una niña cubierta de flores, de algodón de azúcar, de helados voladores.
Ni la vida ni el sueño, justo el punto exactamente a la mitad donde lo hay todo y no hay nada. Donde nada es sueño y nada es realidad.