Sentada en el sillón individual de la sala, a obscuras y en silencio te pienso... Te pienso y de pronto, todo tiene vida, hay luz en mi existencia, vuelvo a creer, vuelvo a soñar, vuelvo a vivir. Quizás sea muy pronto para decir que eres el amor de mi vida, tal vez me tardé en aceptarlo, no lo sé; sólo sé que me atraparon tus ojos, tu sonrisa, tu voz... Esa hermosa voz que podría escuchar toda mi vida, esa voz que me invita a volar un poco más alto cada día, que me alegra y me despierta... ¿o será que sigo soñando? Espero que no. No quiero darle un crédito tan grande a mi imaginación por obra tan majestuosa y perfecta como lo eres tú.
"Hay ángeles entre nosotros" dice una canción de Presuntos Implicados y coincido con la frase; desde que estás en mi vida, porque lo estás desde antes de que lo supieras, nada ha sido igual; las risas, los colores, la vida misma es tan diferente y tan gratificante desde que apareciste frente a mis ojos con un saludo tan coloquial y relajado, con una sonrisa tan sincera, con un ser tan honesto...
¿Será que comienzo a enamorarme? No lo dudo y sinceramente, no me desagrada en absoluto, creo que no podría haber escogido persona más perfecta, princesa más hermosa que tú para comenzar a hacer castillos en el aire para vivir ahí felices para siempre. Sí, PARA SIEMPRE he dicho y con esa frase no quiero que temas a la eternidad ni quiero atarte a mí, porque esa promesa infinita durará lo que nuestras psiques consideren razonable... Aunque admito que me encantaría que ese para siempre durara justo lo que la eternidad dura, pero como todo es tan incierto y todo es tan raro, prefiero simplemente disfrutar mi aquí y mi ahora contigo. Nuestro aquí y ahora.
Te quiero y sí, te quiero más de lo que podría contarte ahora. Por el momento me lo quedo como un gran secreto que tal vez te revele pronto, muy pronto... Tal vez en unos meses, en unos días... En unas horas, porque pareciera que a este sentimiento le pusieron bicarbonato de sodio y que se les pasó la mano en azúcar, porque no sólo es muy dulce, sino que crece y crece a cada momento... y espero no deje de crecer jamás y que tanta azúcar cause un coma diabético en mis emociones, porque ya no me importa querer aparentar ser una persona dura. Hoy dejo la armadura... y comienzo a vivir... a vivir una vida de vulnerabilidad, pero sé que valdrá la pena.