L' anima sparita

L' anima sparita

domingo, 26 de diciembre de 2010

Astros

Ayer me asomé a la ventana y no vi estrella alguna que tuviera el fulgor de tu mirada... Les conté que las veía opacas a comparación del brillo que tienen tus ojos y nada contestaron. Seguro están celosas de que seas tú quien posea ese brillo que tanto me gusta y no ellas...

Hace dos noches miré a la Luna tan grande como siempre y platiqué con ella. Le pregunté si había cambiado de rayos, si estaba triste. Su respuesta fue un "no" seguido de mil preguntas... Sólo pude responderle que desde que te conozco, dejó de poseer la luz más intensa que me atraía a ella como anzuelo al pez. Ahora la Luna no me habla más, se ha enojado conmigo porque minimicé su fulgor... pero ¿cómo no hacerlo si con tu sonrisa tengo suficiente para iluminar mi vida?

Un día me encontré a la mitad de la tarde conversando con el Sol a punto de dormirse, le conté que los demás astros se habían enojado conmigo. Sonrió y me dijo que las estrellas y la Luna eran muy celosas de su brillo, del fulgor que las caracteriza. Me mostró uno de sus rayos para despedirse de mí y no pude contenerme y fue entonces cuando le dije que lo veía descolorido, que sus rayos parecían enmarañados entre ramas de lúgubres formas, que ya parecía cansado, obsoleto... Fue peor cuando te mencioné, cuando le dije que tus cabellos ondeaban al aire como ya no veía que sus rayos lo hicieran, que tu presencia entibiaba hasta al más frío de los corazones; fue peor cuando le dije que hay veces que creo necesitar más de tí que de él para que mis días estén provistos de calidez, de equilibrio... No me habló más y se fue herido a esconder detrás de los árboles y las casas, detrás de los cerros y las nubes... No quería verme más.

Es por tí que hoy no necesito que el sol me ilumine los días, la Luna las noches y que las estrellas sonrían; es tu presencia la que da calor y sonrisas a esta vida que, hasta no conocerte, fue insulsa, aburrida, descolorida... Es por tí que, aunque todos los astros se enojaran conmigo, no tendría miedo en sonreír y verte a mi lado, verme reflejada en el fulgor de tus ojos... Es por tí que hoy siento que vivo, que mi vida tiene sentido; es por tí que no me siento sola y que podría vivir y morir contemplando tus ojos... porque con ellos iluminas mi vida.

martes, 14 de diciembre de 2010

Nosotros... supernova

Abrázame, que quiero olvidarme del mundo por un momento; que tu cuerpo sea el universo que quiero recorrer, no en años luz ni a kilómetros por hora... que sean kilómetros por lustro, por década... que sean kilómetros sobre eternidad, que no quiero que mi vida acabe si no es en tu cuerpo, que no quiero que mi muerte llegue si es lejos de ti.

Acaríciame y que tus manos sean mi delirio, que tus dedos sean la melodía que nunca termina, la nota que a penas si se rasga en las cuerdas de esta guitarra, esa nota apenas audible, de este cuerpo que no es sino tuyo. Acaríciame y haz que me pierda en una espiral de delirio y deseo, de piel y susurros, del amor tan libre y salvaje que sólo tú y yo entendemos. Que tus manos me despojen de ese vestido de melancolía y me desnuden el cuerpo, el sentimiento y el alma mismos.

Sedúceme con una mirada, un murmullo, un suspiro entrecortado; sedúceme con una sonrisa, con tus ideas, con tu mundo, con esa esencia que no puede ser de otra persona sino la tuya, con esa risa y la voz que me enamoran cada vez más con un "te deseo", con un "te amo", con un "no te vayas..."

Condéname con tus manos aferrando mis hombros, con tus uñas deborando mi espalda, con tus labios partiendo los míos con el más dulce beso que pudiera probar mi boca; enciérrame en la jaula que tiene tu nombre, tu aroma, tu voz, tus sueños, tus pasiones. Enciérrame en tu cuerpo y en tu mirada, que no quiero salir nunca de ella, que quiero verme reflejada en tus ojos y en cada paso que des, en cada sonrisa que sueltes al viento, en cada mañana... en cada suspiro.

Ven y mátame de una vez con el placer infinito que es el tenerte en mi vida, en mi muerte, en mis grandes anhelos; apuñálame con tu cariño, con tus miradas lascivas y tus besos de hierro al rojo vivo; ahógame en el mar de tu existencia y escóndeme... sepúltame en lo más profundo de tu corazón, de tu pasión, que quiero estar en tu constelación hasta la supernova de nuestra existencia.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Dos palabras

¿Cuánto te conozco? no sé si pueda contestar esta pregunta con algo lo suficientemente sustancioso como para justificar las dos palabras que últimamente repito tanto. Tu color favorito no lo sé, no tengo idea de cómo se llama tu perro, no sé si prefieres el chocolate o la vainilla, no sé si prefieres andar en bicicleta, en patineta o caminar... o correr. No estoy segura si vives al norte o al sur, si realmente querer a alguien te es tan difícil o si prefieres huir del desbordamiento de los sentimientos más extraños existentes en el mundo.

¿Cuánto me conoces? Creo que nunca te conté que las flores no me gustan si no están en una maceta, no sabes que soy leo, que mi temperamento es terriblemente cambiante, que sólo digo tonterías para hacerte reír... Seguramente, nunca imaginaste que pudiera gustarme alguna canción de esas que odias tanto. Tal vez no esperabas esas dos palabras que he mencionado con regularidad en nuestras conversaciones, tal vez pensaste que jamás podría sentirlo, tal vez imaginaste que me es tan fácil soltar la bomba y esconder las manos... te equivocas: si lo he dicho, es verdad, si lo he dicho, es porque lo siento... si lo he dicho, no ha sido en balde y lo diría una y mil veces a ver si en una de esas, me crees... aunque no contestes de la misma manera...

¿Cuánto me conozco yo misma? Sé todo y nada de mí. Sé el postre que me gusta más, si prefiero el frío o el calor, si me dan miedo las alturas, la obscuridad, las arañas, las tres o ninguna. Sé que las nubes y los ojos son mi perdición; estoy segura de que prefiero un perro a un pez, que sólo he amado una vez y que muero de miedo de hacerlo de nuevo. Que prefiero la luna a las estrellas, y que dentro de mis canciones favoritas está "mentiras piadosas" porque incluso a mí me gusta mentirme pensando que pronuncias esas dos palabras con el sentimiento que lo hago yo al decírtelas... al escribírtelas...

¿Cuánto te conoces tú? No sé si te conozcas lo suficiente para que puedas referirte a tu ser como lo que dices ser; tal vez no te conoces lo suficiente para saber que eres mejor de lo que crees ser, aunque me pretendas demostrar lo contrario con palabras, con palabras que proceden del mismo lugar de donde proceden otras tantas con las que me haces pensar que tu coartada no es viable y que realmente eres alguien que vale tanto la pena como pocas personas... Puede que me equivoque, puede que quiera hacerme a la idea de que eres bondadoso para no arrepentirme después de esas palabras que, al pensar en tí, danzan en el aire y me hacen inhalarlas, causando el efecto de una droga tan fuerte, que me relaja y me hace sonreír. Tal vez te conoces demasiado bien como para dejarme entrar en tu vida, porque sabes bien los estragos que puedes causar en mi existencia... y los daños que yo podría causar en la tuya...

Puede ser que nos conozcamos todo, podría ser que no nos conozcamos nada... sólo quiero que esas dos palabras en mi mente no paren de danzar, al menos no hoy, al menos no ahora... Me envenenan, me seducen, juegan conmigo y con mi imaginación... me vuelven adicta a su olor, a su sabor, a su existencia... a tu presencia en mi vida... Y te quiero.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Luz

- Prende la luz- dijiste en un susurro entrecortado.
- No, no puedo- dije con voz temblorosa. Bajé la mirada, no podía sostener la tuya, siempre tan penetrante y tan serena.
- ¿Por qué no? ¡Está tan cerca el apagador que hasta yo lo alcanzo!- dijiste al tiempo que rozabas mis hombros con tus manos. Te sonreí, avergonzada e incómoda. No me moví, preferí pensar que ibas a hacer lo peor, a prender la luz a pesar de saber que no me gustaban las luces encendidas al momento de amarte.

La melodía de la noche se componía de dos grillos, tu respiración y la mía. Sonreíste sincero, te sonreí de la misma forma, un poco más tranquila. Tomaste mi mano y entrelazaste tus dedos con los míos. Tu alma y la mía se fundieron para volverse una, tu cuerpo y el mío se empalmaron como si fueran dos piezas del mismo rompecabezas que parecían haber sido hechas para estar juntas en ese momento, en ese preciso lugar.

Tu mano y mi mano aún entrelazadas, tocaron el apagador de la lámpara de noche y apreté el botón de encendido, iluminando con luz tenue la recámara. Me perdí en tu boca, en tu espalda, en tu respiración entrecortada, en mi deseo por sentirte tan cercano a mí... tan distantes ambos del mundo y de esa habitación... con una luz encendida.

La luz difuminada apenas si dejaba ver lo satinado de tu piel morena contrastando la mía, incolora... insípida piel que desearía no fuera tan blanca, no fuera tan desagradable, no fuera tan triste, no fuera tan mía... Desearía no ser quien soy... ser alguien mejor para tí en el momento de amarte entre sábanas, amándote entre pairos y derivas, amarte entre sándwiches de queso, en el momento de amarte en el parque con un beso o una mirada... Desearía no ser quien soy para gustarte más, para sentirme más cómoda con mi propia presencia.

-Amo la forma en cómo la luz ilumina tu rostro, tus hombros, tu mirada... Amo cómo tus senos se yerguen con el roce de mis manos; me encanta ver tu piel erizada con el contacto de mis dedos en ella...- Me besaste, aún más apasionado que antes, mucho más lascivo e impetuoso. Por un momento me sentí incómoda, como si esto no debiera ser así, como si estuviera escrito que no debiera ser así en un manual. Tus manos apagaron el fuego de la duda que comenzaba a dispersarse sobre mi alma y mi mente... De nuevo olvidé la luz y comencé de nuevo a disfrutar de tu compañía, a disfrutar de ese momento tan tuyo y tan mío que sabía no se repetiría...

-Me gustas más con luz... al menos puedo verte a los ojos y saber que me miras... y ver que tus pupilas se dilatan porque te gusto y no por la obscuridad en el cuarto... Me encanta saberte más cómoda con esta manera de amarte... pero me gusta más que por fin, empieces a amarte tú...

martes, 7 de diciembre de 2010

140 x 6 (los retazos de mi alma) 4,463

Y hoy mi piel se estremece al recordar el calor d tu cuerpo cercano al mío en un abrazo que pareciera incendiar las sábanas, tu cuerpo, el mío.

Y bésame una y mil veces, que no quiero que te desprendas de mí por completo... Regálame partículas de saliva, una mirada, una sonrisa...

Aún te miro, aún me miras... al menos, en esa fotografía; al menos, en este recuerdo indeleble en mi memoria...

Tu diáfana piel, tus cabellos traslúcidos, tu mirada cristalina... tú, tú, tú en un suspiro, en un arrebato, en un orgasmo, tu mil y un veces.

Devuélveme cada suspiro, cada sonrisa, cada lágrima, cada palabra pronunciada en tu nombre, con tu esencia y mi saliva mezcladas.

Al menos, devuélveme la cordura que te has llevado con cada rosa, cada cabreo; devuélveme mi esencia que se convirtió en tu cobertor...

sábado, 4 de diciembre de 2010

Discrepancias

Desperté a la mitad de la noche. De nuevo me sentí tan sola en una cama tan grande, en una cama tan vacía. Cerré los ojos por un momento para recordar que la almohada contigua alguna vez estrechó tus cabellos, que mis sábanas cubrían tu cuerpo desnudo, que mis manos acariciaban tu espalda y que mis labios besaban tus hombros... Abrir los ojos es volver a la soledad: soledad que me ha acompañado siempre.

Recorre mi cuerpo tu aliento con esencia a deseo, con aroma a añoranza; a nostalgia recién cosechada. El espíritu del olvido ronda tu recuerdo, pero las memorias se resguardan en cada tejido que compone mi cuerpo. No hay manera de que ese espíritu se lleve los pocos momentos de felicidad que tengo en mi vida.

Quisiera dormir, quisiera no sentir, quisiera no extrañar... quisiera no quererte de la forma que te quiero, quisiera no llorarte las lágrimas que por el momento, son lo único que estrecha mis sábanas y la almohada; las únicas que tocan mi piel como si fueran corrosivas... Quisiera no haber dormido en tu pecho, desearía no haber escuchado tu voz diciendo "te quiero", amaría no haber sentido las yemas de tus dedos sublimando sensaciones sobre mi piel vestida de deseo... quisiera no tener más cosas que extrañar de ti, pero me sería imposible concebir la vida sin esos recuerdos... Me sería imposible entender mi existencia sin la tuya.

Extraño que un corazón arrulle mis noches, que un beso me abra un día nuevo, que una caricia me hable de lo buena que puede ser la vida... Me hace falta volver a esa rutina que, hasta ahora, ha sido la única que me ha parecido no sólo soportable, sino adorable, deseable... extrañable, entrañable... Memorable.

Las dos vocales y las dos consonantes tienen un nuevo significado desde que hiciste tu entrada triunfal en mi existencia; existencia que vivía al puro estilo de película de Chaplin, tan muda y gris, hoy empiezan a perder color; letras de esa palabra que dejó de ser anagrama de Omar, Roma, Ramo, Armo, Mora, Orma... ¿Cómo lograste cambiar un significante dándole un significado tan diferente, tan puro, tan pleno? ¿Cómo lograste, incluso, esa plenitud en mí?

Me duele recordarte, me hiere recordarte, me gusta recordarte... Mi masoquismo se hace presente una vez más ante los ojos de mi mundo y frente a mis recuerdos de cara al espejo; aún no cierran las heridas que esta batalla contra esa palabra surcaron en mi piel, mi psique y mi alma; no cierran contra ti. Y cuando por fin una parte de mí se decide a cerrar ciclos, la otra corta con escalpelo, con un cuchillo, un machete o una hoja de papel para que vuelva a sangrar la herida... Para que no te vayas de mi vida... No quiero que te vayas de mi vida, aunque seas un recuerdo, aunque seas incierto, aunque seas lejano... aunque seas un niño jugando a querer, aunque seamos un par de chiquillos jugando con algo tan peligroso como ingerir mercurio o arsénico.

¡Eso quiero! Envenéname con un beso tuyo, haz que cada partícula de tu saliva me mate un poco más con cada segundo que tus labios y los míos se tocan, así tendré que recordarte menos, aunque viva menos... Mátame y lléname de vida al mismo tiempo con esos besos que me transportan a un universo que no conocía, a un universo del que no me gustaría jamás irme... Que tus labios impregnen los míos con sueños y alegrías y fantasías. Que tu boca sea la música que mis labios canten; que sean las notas que hacen falta a la melodía de mi vida...